Recientemente leí varias historias desde California en las que se sugería que la razón principal para legalizar el uso de la marihuana era la gran cantidad de dinero que así se generaría para el necesitado fisco local.
El argumento parece bastante sólido, ya que la legalización de la marihuana medicinal en Colorado deja millones de dólares de ganancia cada semana.
También escuché que se usaba ese mismo argumento, el de cuánto dinero se podría recaudar al legalizar una conducta por ahora no permitida, en relación con el debatido tema de los matrimonios entre personas del mismo sexo.
Según este argumento, la legalización tanto de la marihuana como de los matrimonios entre personas del mismo sexo permitiría que el gobierno estatal reciba ingresos por distintos tipos de impuestos que antes no cobraba y que ahorre dinero al no tener que gastarlo en prevención del crimen o persecución de criminales, porque esas actividades se reducirían.
El argumento me resulta extraño por dos motivos. En primer lugar, si se acepta la premisa de que está bien legalizar una conducta hasta ahora prohibida por los beneficios económicos que la legalización genera, ¿por qué entonces no se le presta más atención a los aportes económicos de los millones de inmigrantes que necesitan regularizar su situación?
Además, si la idea de legalizar el uso de marihuana o el matrimonio entre personas del mismo sexo se basa en la cantidad de infracciones, delitos o crímenes que ya no se cometerían al legalizarse ese consumo o ese estilo de vida alternativo, ¿no se podría aplicar el mismo argumento al caso de millones de indocumentados?
Después de todo, si los indocumentados dejan de serlo, el gobierno nacional podría ahorrarse mucho dinero al ya no tener que arrestarlos o deportarlos, de la misma manera que California piensa ahorrase dinero al legalizar ciertas conductas.
Es muy importante señalar y enfatizar que no estoy equiparando el hecho de ser indocumentado con el consumo de marihuana o con los matrimonios entre personas del mismo sexo, sino que me llama la atención el uso selectivo por parte del gobierno del argumento del “dinero generado” y del “dinero ahorrado”, ya que ese argumento parece aplicarse solamente en ciertos casos, pero no en todos.
Pero hay otra razón por la que este argumento me disgusta, y es el hecho que reduce a las personas a una especie de cajero automático, quitándoles toda dignidad como seres humanos y adjudicándoles un cierto valor sólo sobre la base del dinero que pueden generar.
Esa cosificación de la persona me parece tan o más desagradable que los efectos nocivos del consumo de estupefacientes o que los potenciales cambios sociales provocados por la aceptación de un estilo de vida alternativo.
En otras palabras, si en algún momento se alterarán las leyes del país para darles a millones de personas la posibilidad de regularizar su situación, mi voto es para que esa medida se tome sobre la base de quiénes son los beneficiados, no sobre la base de un simple cálculo contable.