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Proyecto Visión 21

¿Se puede hacer sufrir a madres y niños por cuestiones ideológicas?

Una madre mexicana recibió hace pocos meses una importante suma de dinero de un hospital en el sur de Colorado por haberle causado daños cerebrales irreparables al bebé de la mujer, cuando la criatura nació en ese hospital hace algún tiempo.

Según los documentos presentados en la corte, la mujer llegó al hospital para dar a luz, pero aparentemente los enfermeros que la atendían no leyeron correctamente los signos vitales del bebé, por lo que no advirtieron a tiempo que le podría faltar oxígeno.

Cuando finalmente lo advirtieron, dice la demanda, 15 veces le pidieron al médico de turno que realizase una cesárea para acelerar el parto y salvar a la criatura. Por cuestiones aún no del todo claras, el médico desoyó esos pedidos, poniendo en peligro la vida de la madre y dañando para siempre el cerebro hasta ese momento normal de la criatura.

Leí la historia varias veces y me convencí a mi mismo que ni el accionar de los enfermeros ni las decisiones del doctor se relacionaban con el hecho que la persona en cuestión era una inmigrante hispana de bajos recursos, indocumentada y cuyo esposo había sido deportado.

Me convencí que todo había sido solamente un trágico error, en el que, por tratarse de profesionales de la salud que se habían juramentado a no causar daño a nadie, ni la situación socioeconómica ni el estatus inmigratorio de la paciente habían sido tenidos en cuenta.

Pero luego, al hablar con una terapista familiar afroamericana que se especializa en ayudar a madres adolescentes, me di cuenta que el análisis que yo había realizado de lo acontecido en el hospital de Colorado sólo revelaba mi ingenuidad y mi profunda ignorancia de lo que realmente les sucede en centros de salud a madres de grupos minoritarios y de escasos recursos.

La terapista compartió el caso de una jovencita de 16 años que quedó embarazada. Cuando fue al hospital a tener su hijo, tuvo un largo parto en el que no recibió ningún calmante. Según la terapista, el médico a cargo del procedimiento le dijo a la jovencita que la falta de analgésicos había sido intencional, para que ella se acordase del dolor sufrido y no volviese a tener hijos.

Incrédulo ante lo que estaba escuchando, le pregunté a la terapista, una profesional con varias décadas de experiencia en varios estados, si era verdad que los médicos causaban sufrimiento a mujeres de grupos minoritarios para, por así decir, enseñarles una lección. Me miró con unos ojos como preguntándome si yo venía de otro planeta y sólo estaba de visita en la tierra.

Recordé entonces la historia escrita por Hope Yen, Associated Press, del pasado 15 de julio, indicando que bebés nacidos en Estados Unidos, y no los inmigrantes llegados de México, son el principal factor del crecimiento de la población hispana en este país

¿Será que el médico de Colorado vio una oportunidad para “enviar un claro mensaje” a otras madres inmigrantes indocumentadas? En nombre del bien, Dios quiera que no.

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