Menu

Proyecto Visión 21

¿Tiene cada uno también el derecho a su propia hipocresía?

Francisco Miraval

Todos sabemos que cada uno tiene derecho a sus propias opiniones y cada vez más parece que todos tienen derecho también a sus propios datos e información, que pueden o no coincidir con los datos compartidos por el resto de la sociedad. ¿Pero será verdad que cada uno también tiene derecho a su propia hipocresía? Parece que sí.

La semana pasada una cierta persona me envió un mensaje electrónico indicándome que no había recibido el informe que supuestamente yo tendría que haber completado el día anterior. El mensaje incluía una serie de comentarios sobre la necesidad de ser puntual, de cumplir con las fechas límites establecidas y de “trabajar en equipo”.

Respondí el mensaje indicando que el reporte en cuestión había sido enviado en la fecha establecida. De hecho, envié ese reporte antes de la fecha límite. Obviamente, no recibí ningún pedido de disculpas, ni lo esperaba y tampoco lo deseaba.

Pero sí recibí otro mensaje electrónico, por parte de otra persona de la misma empresa, pidiéndome una copia de un reporte que envié en febrero pasado. La razón del pedido era que el autor del primer mensaje (que se quejaba de mi tardanza) había perdido el reporte de febrero y, casi tres meses después, aún no lo había procesado.

En otras palabras, la misma persona que no tolera que alguien le envíe un reporte un día después de la fecha límite (cuando ni siquiera ese fue el caso), no tiene problemas perdiendo un reporte y no procesándolo por tres meses.

¿Dónde queda entonces todo ese largo discurso (por escrito) sobre ser puntual, cumplir con las fechas establecidas y respetar a los compañeros de trabajo? Por eso creo que cada vez más se asume y se acepta que cada uno tiene derecho a su propia hipocresía.

En la antigüedad, alguien habló sobre cuán fácil es ver la paja en el ojo ajeno y cuán difícil es ver la viga en el ojo propio. Pero, en el contexto narcisista actual, aquel antiguo adagio ha dejado de ser una invitación al autoexamen y se ha convertido en un juego de autojustificación, en el que lo que “otros” hacen está mal, pero lo que “yo” hago está bien, aunque se trate de las mismas acciones.

Esa hipocresía se ve, obviamente, en todos los niveles, desde quienes hablan a favor de la prosperidad económica a la vez que recortan los programas de ayuda para los más necesitados hasta quienes proclaman las bondades de ciertas conductas cuando, como tarde o temprano se sabe, ellos mismos no siguen (ni les interesa seguir) las reglas que ellos imponen a otros. 

Si somos honestos, ese mismo nivel de hipocresía es el que cada uno de nosotros tiene dentro de sí mismo. Por ejemplo, les enseñamos a nuestros hijos lo que nosotros mismos no seguimos. Y le exigimos a la sociedad que nos proteja de aquellas inconductas que en muchos casos nosotros mismos causamos.

Me pregunto de qué lado de la puerta del hospital de salud mental estamos viviendo.

Go Back

Comment

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.