Menu

Proyecto Visión 21

En esta vida todos nos vestimos de espectadores o de payasos

Uno de mis pensadores preferidos, al que no regreso ni con la frecuencia ni con la profundidad con la que debería hacerlo, es Soren Kierkegaard, el filósofo dinamarqués de la primera mitad del siglo XIX. Kierkegaard cuenta la siguiente historia:

“Sucedió que se desató un incendio detrás del escenario de un teatro. El payaso salió para informarle al público. Ellos pensaron que era solamente un broma y aplaudieron. El payaso repitió la advertencia, pero ellos aplaudieron aún más fuerte. Por eso pienso que el mundo llegará a su final en medio de un aplauso general de todos los ingeniosos que creen que es sólo un chiste”. (Provocaciones, párrafo 96)

Mi primera reacción tras leer esta historia fue cuestionar por qué el payaso fue el elegido para transmitir un mensaje tan serio como el hecho que la vida del público corría peligro.

Comprendí luego que, para Kierkegaard, en esta vida todos los que comparten mensajes importantes son payasos. Y no importa cuánto quieran “despayasarse” o enfatizar la importancia de su mensaje, el público los aplaudirá y quizá los admirará aún más por ser tan buenos payasos.

¿Y qué decir del público y de su incapacidad de detectar el peligro o de separar la actuación de la realidad? Se puede decir que el público, tanto hace 150 años como ahora, es totalmente pasivo y hasta demasiado crédulo. La pasividad y la credulidad se traducen en inacción incluso en los momentos de mayor peligro.

En ese sentido, todos somos público y todos somos payasos para ese público. El público se viste de votante, feligrés, o estudiante. El payaso se disfraza de político, maestro o predicador. La importancia del mensaje es irrelevante. El público nos aplaudirá cuando hablemos y nosotros aplaudiremos al payaso de turno cuando él nos hable.

La confusión es tan grande, exacerbada quizá por la tecnología actual, que vivimos pendientes de las payasadas (piénsese, por ejemplo, en la popularidad de los “reality shows”) y nos reímos de los mensajes serios como si se tratase de bromas.

¿Que la mayoría de los estados de Estados Unidos tienen menos de la que necesitan? ¡Debe ser una broma! ¿Que por primera vez la expectativa de vida de la actual generación es menor que la generación anterior? ¡Otra broma!

¿Que China ya no puede alimentar a su población y por eso próximamente se producirá una masiva oleada de inmigrantes de origen chino? ¡Excelente chiste! ¿Que solamente la tercera parte de los estudiantes hispanos de Estados Unidos completa su educación secundaria? ¡Aplausos!

La lista podría continuar y se le podrían agregar numerosos otros elementos sobre educación, salud, pobreza, nivel de vida, criminalidad, empleo y, por supuesto, inmigración. ¿Pero de qué serviría extender la lista, excepto para reunir algunos aplausos más?

Cada vez que leo a Kierkegaard termino con un sabor amargo en mi boca, pero convencido en mi mente de la certeza de su pensamiento. Ni me río de él ni lo aplaudo. La vida es demasiado preciosa para convertirla en una payasada para espectadores pasivos.

Go Back

Comment

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.