Menu

Proyecto Visión 21

Experimentar la naturaleza resulta algo cada vez más artificial

Una reconocida institución de Denver dedicada a la promoción de la educación entre niños menores de ocho años presentará próximamente un seminario para maestros, para que los docentes aprendan decenas de técnicas y estrategias para conectar a los niños pequeños con la naturaleza.

Surgen inmediatamente dos preguntas básicas: ¿estamos tan desconectados de la naturaleza que ahora se debe tomar un curso para aprender cómo conectarse con la naturaleza? Y ¿de qué estamos realmente hablando cuando hablamos de “naturaleza”?

Con respecto a la primera pregunta, la respuesta es “sí”. Recuerdo que en mi infancia (más cercana tecnológicamente a los Picapiedras que a la post-modernidad) “conectarse” con la naturaleza era algo tan simple como salir al patio trasero de la casa.

Allí me esperaban árboles frutales (naranjos, manzanos, limoneros), así un árbol grande para treparse, y varios animales, como perros, gatos y pájaros. Y eso no incluía las plantas o animales de los vecinos.

En ese ambiente (en un suburbio al oeste de Buenos Aires) resultaba frecuente encontrarse con algunas “sorpresas” de la naturaleza, como grandes arañas o langostas, o sapos, u otros insectos o animales que uno no sabía si rápidamente destruir o respetuosamente admirar, o las dos cosas a la vez.

Tan solamente medio siglo después y en otro contexto, el patio trasero de mi casa actual está tan bien cuidado que hasta carece de mosquitos en el verano, por las exigencias de la asociación vecinal sobre el mantenimiento de patios y jardines.

En otras palabras, el patio y el jardín se han convertido en ambientes artificiales, que, aunque aparentan ser naturales, incluyen elementos cuidadosamente seleccionados para crear esa apariencia de naturalidad.

Por eso, creo que cuando se habla de “naturaleza”, paradójicamente se está hablando de una “naturaleza artificial”, es decir, de un ambiente creado artificialmente para que luzca natural.

Piénsese, por ejemplo, en los zoológicos. Se pide a los maestros que lleven a sus pequeños alumnos a los zoológicos para que allí vean a los animales en su “ambiente natural”. Hasta donde yo sé, los pingüinos, camellos, jirafas y osos polares no viven naturalmente en las montañas de Colorado, por lo que hay poco de “natural” al verlos en un zoológico.

Lo mismo sucede, por ejemplo, con la “selva tropical” en el jardín botánico local, o con una “exhibición de mariposas” en otra institución de la zona. En todos los casos se trata de ambientes artificiales que pretenden ser naturales.

En otras palabras, tanto nos hemos alejado de la naturaleza que vemos como algo positivo incluso la ilusión de acercarnos a la naturaleza.  Y esa ilusión se repite en una escala mayor cuando visitamos un “parque natural”, como si la naturaleza pudiese ser acorralada y obligada a la fuerza a mostrar su belleza.

Sé muy bien que no podemos volver al pasado. Pero quizá podamos hacernos una pregunta para el futuro: si tanto nos hemos alejado de la naturaleza que hasta nos tienen que enseñar como conectarnos con ella, ¿de qué otras cosas también nos hemos alejado y olvidado?

Go Back

Comment

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.