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Proyecto Visión 21

La débil contracorriente globalizadora eventualmente tomará fuerza

Francisco Miraval

Hablar de globalización, tecnologización planetaria y homogeneización de la cultura ya resulta casi irrelevante, porque se trata de un tema de continua conversación y porque existen numerosos artículos, libros y ponencias sobre ese tema. A pesar de ello, pocas veces se analiza la contracorriente globalizadora fluyendo de sur a norte.

Es cierto que primero Europa y luego su sucesor, Estados Unidos, impusieron su cultura y su presencia militar desde el norte hacia el sur. Y también es cierto que la lucha entre el Este y el Oeste durante la Guerra Fría del siglo pasado fue simultáneamente una lucha para determinar cual superpotencia del Norte dominaría a los países del Sur.

No caben dudas que existe una fuerte corriente globalizadora que fluye con sus ideologías y tecnologías de norte a sur. Pero también existe una contracorriente globalizadora, más débil que la primera, que fluye de sur a norte, llevando personas y tradiciones a Estados Unidos o Europa. Esta contracorriente crece en presencia día tras día.

En el 2004, Seán Ó. Siochrú presentó un detallado análisis de la contracorriente globalizadora en una ponencia que escribió para la Comisión Mundial sobre las Dimensiones Sociales de la Globalización, dependiente de la Oficina Internacional de Trabajo, en Ginebra, Suiza.

Según Siochrú, mientras que la corriente globalizadora fuerte impulsa la comercialización de “productos” para “mercados”, la contracorriente globalizadora débil se enfoca en satisfacer las necesidades básicas de las personas y en defender los derechos humanos de esas personas.

Los indicios de la contracorriente se ven todos los días en distintos ámbitos. Por ejemplo, gran parte del crecimiento de los grupos religiosos en Estados Unidos se debe a los inmigrantes, sin los cuales esos mismos grupos pierden cada año un alto porcentaje de su membrecía. Y es sabido que la principal cadena de televisión en español en Estados Unidos con frecuencia supera en audiencia a alguna de las tres grandes cadenas televisivas en inglés en este país.

Sin embargo, pocas veces se habla en los medios globalizadores de la contracorriente, y las veces que la menciona se la caracteriza con términos negativos: “invasión”, “problema”, “crisis”. Conversamente, la globalización comercializadora es presentada de una manera positiva, con frases como “ayuda para los menos afortunados” o “defensa de los valores de la libertad”.

En realidad, ni una ni otra corriente globalizadora son en sí mismas tan estrictamente buenas o exclusivamente malas como se las presenta en esta difundida y superficial caricatura. No sólo cada corriente es altamente compleja en sí misma, sino que la interacción entre ambas también es compleja.

La abusiva simplificación de la realidad nos impide ver que la contracorriente ya está sucediendo y que no se trata de un movimiento de oposición, sino de algo tan natural como las corrientes y contracorrientes del océano.

En esta columna sólo busco llamar la atención sobre el hecho de que ambas corrientes son reales y que no se explican ni entienden por separado. Sólo me atrevo a sugerir que la corriente “débil” parece estar cobrando cada día mayor fuerza.

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