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Proyecto Visión 21

La lectura de libros todavía tiene efectos positivos

Francisco Miraval

Para algunos, especialmente los jóvenes, la lectura de libros parece una actividad obsoleta y fácilmente remplazable por otras actividades informativas más divertidas. Pero otros están redescubriendo no sólo el placer, sino también los efectos positivos y los beneficios comunitarios de la lectura. Una de esas personas es Todd Hansen, de Provo, Utah.

Hablé con Todd recientemente y me dijo que, a pesar de ser el dueño de una conocida franquicia de tiendas de conveniencia y de haber completado estudios secundarios y universitarios, hasta hace un año nunca había leído un libro completo. Todd compartió su confesión, como se verá más adelante, con un propósito positivo.

Todd dijo que cada vez que en la escuela secundaria o en la universidad tenía que completar el reporte de un libro, basaba ese reporte en información que encontraba en línea o en una película que a su vez se había basado en el libro en cuestión.

De esa manera (agrego yo, no él), Todd probablemente creía que él estaba ahorrando tiempo y energía mental que podría dedicar a otras cosas.

Pero las crecientes responsabilidades de su trabajo lo llevaron a asistir a una conferencia en la que un conocido orador motivacional dijo que “los líderes son lectores”. Tal fue el impacto de esa frase en la vida de Todd que él se decidió a leer libros completos. Libros, en plural.

De hecho, me dijo, durante el último año ha comprado y leído tantos libros que prácticamente ya no tiene lugar para ponerlos en su casa. Le dije que entiendo perfectamente esa situación y que ése es uno de los pocos problemas que me agrada tener.

Tras concentrarse inicialmente en libros relacionados con su trabajo y con superación personal, Todd expandió su círculo de lectura a otros temas. Tantos temas y tantos libros, dijo, que finalmente la lectura comenzó a tener varios efectos positivos inesperados. Según Todd, él es ahora un mejor empresario, esposo y padre por lo que ha leído durante el último año. Pero la historia no termina allí.

Todd me dijo que, casi sin que él se lo propusiese, sus pequeños hijos también comenzaron a leer, a veces espontáneamente tomando un libro y otras veces pidiéndole que él les leyera. En poco tiempo, el hábito de la lectura había conquistado a la familia y se había transformado en un asunto familiar.

Con una experiencia de lectura tan beneficiosa y transformadora, y acostumbrado a ayudar a la comunidad de distintas maneras y casi continuamente, Todd pensó que sería bueno crear un programa para fomentar la lectura espontánea de libros entre niños y familias. En eso estaba pensando cuando el director de una importante organización no lucrativa llegó a la tienda de Todd para hacer una compra.

Todd compartió su idea y desde entonces su tienda incluye libros gratis para los niños, quienes, tras leer un libro, pueden optar por un regalito o por otro libro (si devuelven el primero). No resulta sorprendente que el 90 por ciento de los niños prefiera otro libro.

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