Menu

Proyecto Visión 21

Los comerciales y las oraciones me enferman (literalmente)

Francisco Miraval

Al final del día, cuando puedo, me gusta mirar algún programa en la televisión de los denominados “entretenimiento inteligente” (¿inteligente?) como para distraerme por lo menos durante algunos minutos de las preocupaciones del día. Pero cada vez lo hago menos, debido a los comerciales que literalmente me enferman.

No estoy hablando de que hay demasiados comerciales en la televisión, ni de que los comerciales son demasiado largos o demasiado ruidos, o que la creatividad (¿creatividad?) de los comerciales deja mucho que desear. Todo eso es verdad. Pero lo que más me preocupa y molesta es la constante insistencia en “vendernos” enfermedades.

Casi no se puede mirar ningún programa en el que no se haga referencia, durante los comerciales, a penosas enfermedades, algunas de ellas aparentemente incurables, con nombres tan extraños y con detalles tan horripilantes que parece que por error uno se confundió de canal y comenzó a mirar el canal de la escuela de medicina de alguna universidad.

Para complicar aún más el tema, muchos comerciales incluyen una larga lista de efectos secundarios indeseados, que aparentan ser en algunos casos peor que la enfermedad. Y no faltan esos comerciales en los que los encargados de presentar la enfermedad no son médicos sino abogados. ¡Vaya sorpresa! (¿Sorpresa?)

Y es inútil tratar de cambiar de canal, porque allí también uno se encontrará con los mismos comerciales o con otros similares.

Al final, en vez de aprender sobre la vida de los elefantes africanos o si es verdad que existe un monstruo en este o en aquel lago, uno termina aprendiendo de todo lo que está mal o potencialmente mal con su propio cuerpo o con su lugar de trabajo.

La autosugestión creada por los comerciales es tan grande que uno empieza a sentir todo tipo de síntomas y uno no sabe si ir al doctor, contratar a un abogado, o llamar a una empresa fúnebre, o las tres cosas a la vez.

Y para aquellos que creen que estoy exagerando, la exageración, si existe, es mínima. Numerosos estudios demuestran que las llamadas relaciones parasociales con personajes imaginarios de televisión tienen efectos muy reales en la salud emocional y física de las personas.

Para colmo, luego uno asiste a la iglesia, con la idea de pasar un momento bueno de cantos y alabanza, y el pastor, en el momento de la oración, decide orar por los enfermos. Obviamente, no me molesta que se ore por los enfermos. Lo que me molesta es que el pastor comparta detalles de la historia clínica de los afectados.

A veces me da la sensación de que vivimos en una sociedad obsesionada más con al enfermedad que con la salud. De hecho, al mejor estilo orwelliano, el Ministerio de Salud Pública se concentra más en enfermedades que en salud. Quizá sea porque la enfermedad es económicamente más redituable que la salud.

¿Qué se puede hacer? Escuchar buena música, leer un buen libro, meditar. Quizá nuestras abuelas sabían lo que hacían al contarnos historias positivas antes de dormir.

Go Back

Comment

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.