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Proyecto Visión 21

Los peligros de comer una hamburguesa a destiempo

Recientemente escuché la historia de un hombre en la ciudad en la que vivo que recibió un llamado telefónico justo en el momento que estaba a punto de comerse una hamburguesa de esas que se compran por un dólar. Por eso, decidió no responder al llamado.

Terminada la hamburguesa, escuchó el mensaje que había quedado grabado en su teléfono y entonces se enteró que ese había sido el llamado que él había estado esperando para completar un importante negocio. Llamó entonces a la otra persona, pero le informaron que, como él no había respondido, ya habían cerrado el trato con alguien más.

Por comerse una hamburguesa de un dólar, este hombre (una persona real, dicho sea de paso) se perdió un negocio que le hubiese significado un ingreso inmediato de unos 50.000 dólares. En otras palabras, una hamburguesa le costó 50.000 hamburguesas.

La historia, obviamente, puede interpretarse de muy distintas maneras, pero sea cual fuere la interpretación elegida, queda claro que a veces, por estar tan enfocados en las pequeñas tareas que tenemos frente a nosotros, nos perdemos importantes oportunidades.

Dicho de otro modo, el ansia por la satisfacción de deseos y la búsqueda de la gratificación inmediata nos ciegan a un mundo mucho más amplio del que quedamos encerrados cuando sólo pensamos y vemos la hamburguesa frente a nosotros.

Obviamente, la hamburguesa puede ser reemplazada por cualquier otro objeto o elemento, sea del valor que fuere, de los más económico hasta lo más caro, ya que cualquiera que sea ese elemento nos distraerá de algo mayor, más profundo y quizá más importante.

Creo que una de las lecciones que podemos aprender de la historia de perder 50.000 dólares por comer una hamburguesa de un dólar es que, sin importar lo que estemos haciendo, debemos estar con la mente abierta y atenta a las oportunidades que se nos presentan, porque, como casi todas las oportunidades, son irrepetibles.

Eso no significa descuidar nuestra vida personal, familiar y social para atender llamados o para responder a mensajes, al punto de ya no poder disfrutar de una comida en familia o de un tiempo con los amigos. Pero sí significa tener nuestras prioridades en orden y mantener una consciencia expandida como para detectar intuitivamente qué hacer y qué no hacer cuando llegue el momento de decidir.

Si todo nuestro mundo es sólo una hamburguesa (o nuestra casa, nuestra iglesia, o nuestra comunidad), entonces nuestros pensamientos seguirán siendo reducidos y seguiremos perdiendo oportunidades.

Por el contrario, si queremos no sólo crear oportunidades sino también aprovecharlas, debemos pensar más allá del horizonte diario, más allá del día al día, y extender nuestra mirada a varias generaciones en futuro.

Cuando lo hacemos, una hamburguesa e incluso un contrato de miles de dólares empequeñecerán ante la magnitud de la tarea de la realizar y de las oportunidades creativas para realizar esa tarea. Por eso, pensemos seriamente qué objeto concentra ahora nuestra atención para ir más allá de esa seducción y abrirnos a un nuevo mundo de oportunidades.

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