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Proyecto Visión 21

Mis pensamientos siguen siendo muy pequeños

Francisco Miraval

Recientemente me decidí a leer el libro Mundo Paralelos, del conocido físico Michio Kaku. Y como me sucede cada vez que leo libros de ese calibre, una vez más comprendí que mis pensamientos son muy pequeños y muy limitados.

En ese libro, Kaku analiza los pasos necesarios para crear un “universo bebé”, la energía necesaria para completar esa tarea, y los beneficios de crear un “universito”, tanto para nosotros en este universo como para el nuevo universo.

A mí jamás se me había ocurrido que se podían enumerar los pasos para crear un nuevo universo. De hecho, ni siquiera pensé en la creación por parte de humanos de nuevos universos. ¿Cómo podría pensar en algo así si ni siquiera sé lo que voy a cenar esta noche?

Y luego, hace solamente unos pocos días, leí un artículo sobre la decisión del conocido empresario Elon Musk de dedicarle miles de millones de dólares a OpenAI, una nueva organización no lucrativa dedicada a evitar que la inteligencia artificial, que, según algunos expertos. en poco tiempo superará a la inteligencia humana, conquiste el mundo, “nuestro” mundo.

No tengo idea si realmente llegaremos a ver inteligencia artificial superior a la humana, o cuándo eso sucederá. Pero sé muy bien que jamás pensé en crear una compañía para combatir el potencial peligro de que todos pasemos a ser, en el mejor de los casos, ciudadanos de segunda clase bajo el mando de robots (o lo que fuere) con súper inteligencia.

Una vez más, sentí que mis pensamientos son y siguen siendo muy pequeños, demasiado pequeños para mi propio gusto, cuando claramente hay mucho para pensar y cuando existe la posibilidad de pensar ilimitadamente.

Claro está, me dije para consolarme, que yo no tengo ni los recursos, ni el dinero, ni los estudios, ni la fama de Kaku o de Musk. ¿Pero es eso consuelo o excusa para no pensar? Quiero decir, ¿realmente necesito tener pensamientos como los de ellos para pensar en grande o necesito llevar mis propios pensamientos al nivel al que podrían y deberían estar?

Hace algún tiempo, al hablar en una clase de filosofía precisamente sobre este tema de los límites que le imponemos (muchas veces sin saberlo) a nuestros propios pensamientos, una de mis alumnas me dijo: “El tema es muy interesante, pero a mí no me sirve porque yo tengo que ir a trabajar”.

Debo confesar que en un primer momento me molestó ese comentario. No me gustó que esta alumna no pudiese dejar de pensar en su trabajo ni siquiera dentro del aula y en medio de la clase y tampoco me gustó que tanto dependiese de ese trabajo que ella no pudiese pensar en otra cosa.

Pero luego entendí que ella tenía razón: todos nos enfrentamos a alguna urgencia, a alguna necesidad impostergable que requiere tanta de nuestra energía que ya no podemos hacer otra cosa. Entonces dejamos de pensar o, peor aún, sólo pensamos pensamientos pequeños y con eso nos conformamos, sin pensar en crear nuevos universos.

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