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Proyecto Visión 21

No se trata de leer, sino de encontrarse con otras mentes

Ya pasaron varios años desde que un buen amigo mío, ávido lector como yo, me preguntó “¿Qué libros estás leyendo?”. “Libros”, en plural, porque él compartía y aún comparte esa pasión de leer varios libros a la vez. 

Las épocas han cambiado y los libros ya no son tan populares como alguna vez lo fueron, aun así, son una excelente herramienta para encontrarse con otras mentes. Y de eso se trata, no de “patinar sobre la página” (como decía Ortega y Gasset), sino de encontrarse con otras mentes.

Obviamente, para encontrarse con otras mentes uno debe primero encontrarse con la mente propia. Y ese es uno de los aspectos fascinantes (y quizá un poco olvidados) de la lectura: es diálogo interno, esa autorreflexión, ese momento de meditación que oscila entre lo consciente y lo inconsciente en el que, aunque sea por un momento, nos sentimos nosotros mismos y así lo sabemos.

Mi pasión por la lectura surgió mucho antes de llegar a la universidad, donde había que leer varios libros por semana y luego, al final de la carrera, un libro al día. 

De hecho, mi pasión por la lectura comenzó cuando, siendo niño pequeño, cada fin de semana mi padre me llevaba a una tienda de libros usados, me dejaba elegir uno y él elegía el otro, y entonces yo tenía una semana para leerlos antes de recibir los dos libros usados de la semana siguiente. (Todavía tengo muchos de esos libros.)

Luego, ya en la adolescencia, descubrí los beneficios de las bibliotecas públicas y entonces cada semana iba a la biblioteca, pedía prestados dos libros y, como sólo los prestaban por siete días, yo tenía que leerlos en ese tiempo y luego devolverlos antes de pedir prestados otros libros. Pero antes de devolver los libros, yo los resumía. (Todavía tengo muchas de esas notas.)

Pero ¿por qué estamos hablando de mis hábitos de lectura, como si a alguien le importasen? En realidad, no se trata de cuántos libros yo leo (eso es irrelevante), sino del hecho de que, como se ha dicho muchas veces, el lector de hoy es el líder del mañana. Y la razón, según numerosos estudios, es que el cerebro y la mente preparan al cuerpo para la realidad presentada en los libros.

Por ejemplo, hace solamente pocos días, expertos de la Universidad de Colorado en Boulder publicaron un estudio científico en el que confirman algo que muchos (incluyendo Einstein) ya sabían: la imaginación cambia la realidad. De hecho, el cerebro parece no distinguir entre imaginación y realidad y debe aprender a hacerlo, según los investigadores de esa universidad.

¿Cómo aprendemos a distinguir entre imaginación y realidad sin anular ni la una ni la otra y aprendiendo tanto de una como de la otra? Según parece, los medios digitales (videos, películas) no ofrecen esa posibilidad, porque no generan el mismo diálogo interno que genera la lectura de libros. 

No se trata de volver al pasado, sino de reencontrarnos con nosotros mismos en un nuevo futuro. 

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