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Proyecto Visión 21

Sueños realizados y frustrados para niños de antes y de ahora

Alguna vez leí, aunque ahora no recuerdo la fuente, que hace muchos años un niño en Sudáfrica, cansado de ser discriminado por el color de su piel y de ver que a otros de su comunidad les pasaba lo mismo, le preguntó al pastor de su iglesia por qué Dios no hacía algo.

El pastor, claramente un hombre de extraordinaria visión, le respondió a ese niño: “Dios ya ha hecho algo, te envió a ti”. El niño se tomó aquellas palabras muy en serio y eventualmente creció para llegar a ser el Arzobispo Desmond Tutu, uno de los artífices de la eliminación del apartheid en Sudáfrica y ganador del Premio Nobel de la Paz en 1984.

La semana pasada me acordé de aquella historia al pensar en otros niños que, quizá con los mismos deseos de Tutu para cambiar el mundo y terminar con la injusticia, nunca llegarán a hacerlo, porque prematuramente y casi irracionalmente se ven separados de sus padres.

Hace pocos días leí la historia de un hombre hispano en Iowa que se suicidó poco después de que su esposa fuese arrestada por agentes federales de inmigración en su casa y frente a su pequeño hijo. Según la información provista, el hombre estaba legalmente en el país y su esposa ya había iniciado los trámites para regularizar su situación.

También leí la historia de una madre hispana en Colorado que será deportada por el increíble crimen de “abuso infantil” por permitir que su hijo de ocho años camine solo desde la casa hasta la escuela, una distancia de unas pocas cuadras.

Aunque las autoridades rechazaron esas acusaciones, presentadas anónimamente, encontraron que la madre estaba usando un documento que no le pertenecía. El niño, nacido en Estados Unidos, fue llevado a México por familiares de la madre, donde ella la mujer piensa reencontrarse con su hijo.

Y el jueves pasado una joven hispana de Denver me llamó para decirme que acaba de tener su primer hijo. Ella es ciudadana estadounidense mientras que su esposo está ahora en el proceso de regularizar su situación.

Debido a que el nacimiento fue complicado, la joven madre le pidió a su esposo que fuese a una farmacia cercana a comprar los medicamentos recetados. El nunca regresó. Fue detenido por una infracción de tránsito menor e inmediatamente transferido a las autoridades federales de inmigración para ser deportado. Además, el carro de la pareja fue confiscado.

Ni la joven ni su esposo tienen familiares directos, por lo que la nueva madre deberá encontrar la manera de sobrevivir sola, sin vehículo y sin poder trabajar, sabiendo que su hijo no verá a su padre en mucho tiempo.

¿Cuántos sueños quedarán permanentemente frustrados para estos niños? O quizá podamos hacer la pregunta de otra manera. ¿Quién de nosotros tendrá la valentía de decirles que ellos son la respuesta de Dios a la injusticia?

Después de todo, hace 2000 años nadie creyó que un niño nacido en los márgenes del mundo llegaría un día a cambiar el mundo.

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