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Proyecto Visión 21

Ya sé por qué no podemos separar la realidad de la fantasía

Francisco Miraval

Durante mucho tiempo me he preguntado por qué a los humanos nos resulta tan difícil separar a la realidad de la fantasía. La pregunta, obviamente, no es nueva sino que es tan antigua como la más antigua reflexión filosófica. La novedad es preguntársela en un contexto global y tecnológico. Y creo que finalmente tengo una respuesta: nos tratamos como gallinas.

Permítaseme explicarme. Lo que quiero decir es que en muchos casos nos tratamos nosotros a nosotros mismos de la misma manera que nosotros tratamos a las gallinas. Alguna vez leí (no recuerdo dónde) que para que las gallinas pongan huevos en cantidad suficiente se le hace creer que es de día y que es verano. Gracias a ello, podemos comer huevos revueltos en el invierno.

De hecho, parece que las gallinas viven en gallineros con la temperatura y la luz controladas de tal manera que las pobres gallinas, careciendo de la capacidad intelectual propia de los seres humanos, asumen que si hay luz y si hace calor debe ser de día y debe ser verano y, por lo tanto, es un buen momento para poner huevo, aunque afuera del gallinero sea un frío día de invierno.

Luego recordé algo que también leí (pero tampoco sé dónde) sobre los casinos en Las Vegas, que parece que están hechos de tal manera para que uno pierda toda noción del tiempo. Con una astuta combinación de luces, sonidos y arquitectura, una vez que uno entra al casino uno ya no necesita salir y en poco tiempo uno ya no sabe si es de día o de noche.

Como las gallinas en el gallinero artificial, las personas en la artificialidad de los casinos también pierden la noción del ciclo temporal natural y, casi sin pensarlo (y sin el casi) se dedican a jugar, a comer y a pasarla bien.

Obviamente, no todos podemos estar siempre dentro de un casino, pero, según un reciente reporte, parece que ya no es necesario estar dentro de un casino para perder la noción del tiempo, ya que los teléfonos celulares, las tabletas y otros artefactos logran un efecto similar.

Según leí (no me pregunten dónde), la luz que emiten los artefactos mencionados hace que el cerebro humano asuma que aún es de día, por lo que el cerebro (o, mejor dicho, la glándula pineal) deja de crear melatonina, una sustancia natural que aparentemente controla el ciclo del sueño.

Como los pequeños cerebros de las gallinas, nuestro gran cerebro humano cree que es de día aunque no los sea, por lo que no nos deja ir a dormir, ni aunque lo queramos. Y sin dormir no se puede soñar. Y sin soñar no se puede distinguir la realidad de la fantasía.

Numerosos investigadores han dicho que una de las principales razones por las que soñamos es para diferenciar lo que es real de lo que no lo es. Sólo al despertarnos sabemos que el sueño era sólo un sueño. (El autoengaño es tan bueno que ni siquiera lo detectamos.)

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