El episodio más reciente de “Santuario”, una serie en el canal Sci-Fi, reitera la interesante posibilidad de que algo o alguien nos impide ver la realidad tal como es y sólo vemos la ilusión que esa entidad crea para engañarnos.
El tema de la imposibilidad de distinguir entre la realidad y la ilusión no es nuevo. Escritores de ciencia ficción, filósofos y teólogos han tratado a lo largo de la historia y confío que continuarán tratando de encontrar la manera de separar la verdad de la apariencia.
Las ciencias naturales enseñan irrefutablemente que existe una realidad (los átomos, por ejemplo) que no podemos ver sólo con nuestros ojos, pero eso no significa que esa realidad sea “menos real”.
De la misma manera, en el ámbito social, también existe una “verdadera realidad” de la que habitualmente no tenemos ni conciencia ni experiencia en nuestra vida diaria.
En épocas tumultuosas, cuando se suman crisis económicas, incertidumbre política e incesantes y crecientes conflictos internacionales, la posibilidad de perder el estilo de vida al que estamos acostumbrados (o mal acostumbrados) genera una respuesta emocional tan grande que esas mismas emociones nos enceguecen a la realidad.
En ciencia ficción sabemos que al final de la película o del libro el héroe en cuestión encontrará la manera de desenmascarar al monstruo que crea ilusiones en la mente de las personas y, tras desenmascararlo, también encontrará la manera de derrotarlo.
Pero en la “ciencia realidad” y en la vida de todos los días no es tan fácil desenmascarar al monstruo que nos engaña, porque es un gigante amorfo con siglos de experiencia no sólo en engañar a la gente sino incluso en ocultar su propia existencia, de modo que ni siquiera intentamos desenmascararlo porque creemos que no existe.
Sin embargo, el observador atento encontrará grietas en la realidad, elementos que no deberían estar allí, situaciones que parecen surgidas de la nada, acciones casi inexplicables y resultados demasiado convenientes como para que no hayan sido previamente calculados y planificados.
Por ejemplo, si la crisis económica en Estados Unidos es realmente tan apremiante como la situación hipotecaria y la baja en el mercado de valores lo demuestran, ¿de dónde entonces obtiene el gobierno federal los 700 mil millones de dólares para el paquete de rescate económico?
Si ya los tenía y no se sabía, es un problema, porque significa que existe una especie de “contabilidad paralela”. Y si el gobierno no tenía ese dinero y simplemente lo imprime, también es un problema, por la inflación que crea. Sea como fuere, el “monstruo” nos hace ver sólo la ilusión, pero no la realidad.
¿Quiere una verdadera historia de horror para este “Jalouín” que demuestre que la realidad no es lo que parece? Aquí está: NewScientist reportó el 22 de octubre pasado que el Pentágono ya está experimentando con robots (del tamaño de perros) que como una jauría “buscarán y detectarán a humanos no cooperativos”.
La ciencia realidad ya se parece tanto a la ciencia ficción que es imposible no preocuparse.