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Proyecto Visión 21

¿Por qué creamos programas y leyes con el resultado opuesto al deseado?

La semana pasada estaba escribiendo una historia en mi computadora, usando el mismo procesador de texto que uso ahora, cuando repentinamente en programa se congeló, obligándome a apagar y encender otra vez la computadora.

Un poco de investigación me permitió descubrir que este famosísimo procesador de textos incluye un subprograma cuya función es la de evitar que el procesador de textos se congele. Pero, para cumplir esa función, el subprograma debe monitorear continuamente el uso del procesador, empleando tantos recursos que llevan en definitiva a que el procesador se congele.

En otras palabras, el programa causa precisamente aquello que quiere evitar, a pesar de las buenas intenciones de sus creadores y a pesar de lo que seguramente fue un largo y detallado proceso de creación del programa.

En este caso, el problema desaparece al reencender la computadora o al desactivar el subprograma causante de la indeseada situación. Pero en otros casos, mucho más reales y dramáticos, la solución  no es ni tan rápida ni tan sencilla.

También la semana pasada, me encontré con una inmigrante mexicana, madre de cinco hijos (todos nacidos en Estados Unidos), quien llegó legalmente al país hace más de una década, aunque aún no pudo gestionar su residencia permanente.

Esta mujer y su esposo, ambos con poco más de 30 años, trabajaron en distintos empleos desde que llegaron primero a Texas y luego a Colorado, tanto para mantener a su familia como para evitar la ayuda del gobierno, pensando que, de hacerlo, los podría perjudicar al solicitar la residencia.

Pero todo cambió en el 2006, cuando en Colorado se aprobó una reforma inmigratoria estatal con el expreso propósito de prohibir que personas que no pudiesen demostrar presencia legal en el país accediesen a programas y beneficios públicos.

Ese paquete de leyes y su subsecuente implementación, junto con la crisis económica, hicieron que esta señora ya no encontrase trabajo y, en su desesperación para proveer para su familia, acudiese precisamente a aquellos programas que ella antes no necesitaba y que la ley estatal del 2006 buscaba impedir que ella usase.

Como el subprograma de mi computadora que impide usar precisamente aquello que debería ser más fácil de usar gracias a ese subprograma, las leyes de Colorado del 2006 fuerzan a muchas familias a utilizar programas del gobierno que ni querían ni necesitaban usar antes de la aprobación de esas leyes.

Pero, al contrario de lo que pasa con mi computadora, la solución no es tan sencilla como desactivar un subprograma o reencender el artefacto, debido a que es imposible saber qué otros efectos secundarios indeseados podría generar cualquier nueva ley que quiera enmendar los problemas causados por el paquete de leyes anterior.

Mientras tanto, esta señora y su esposo, hasta hace poco tiempo trabajadores activos y por lo tanto contribuyentes a la sociedad, dependen de la caridad ajena para proveer alimentos, educación y un techo a sus cinco hijos estadounidenses. Y ésta es sólo una de las más de 10.000 familias de Colorado en esa misma situación.

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