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Proyecto Visión 21

¿Por qué debemos ser tan superficiales todo el tiempo?

Francisco Miraval

La superficialidad se expresa de distintas maneras, desde el desdén por el pasado hasta la obsesión por el presente, y desde dejarse engañar por los comerciales en la televisión (sabiendo que nos están engañando) hasta responder a cada pregunta citando como ejemplo alguna película reciente en la que se trató directamente o indirectamente el tema de debate.

La superficialidad tiene su merecido lugar en la vida diaria de cada uno de nosotros.  Todos necesitamos y buscamos un momento en el que no nos tomamos las cosas con tanta seriedad y en que las respuestas súper superficiales son aceptables y aceptadas. Pero a veces esa superficialidad se lleva al extremo y se la glorifica como la norma de vida a seguir.

Dejemos de lado aquellas personas que son famosas simplemente porque son famosas y no por jamás haber logrado nada y que, por eso, sólo dedican a cultivar su superficialidad para no perder su fama. Concentrémonos, en cambio, en nosotros, los perfectos desconocidos, de quien nadie escribe y que jamás probablemente comencemos un discurso diciendo “Ante todo, quiero agradecerle a la Academia…”

Tomemos, por ejemplo, los ya mencionados comerciales de televisión.  En uno de ellos, se ofrece acceso a miles de estaciones de radio y de televisión por sólo 10 dólares, pero nunca se dice si es un sólo pago de 10 dólares, o si se trata de 10 dólares al año, o al mes, o incluso por día.

Claro que, para responder a esa pregunta, uno debe evitar el dejarse seducir por las continuas imágenes de todos los canales de televisión que ahora uno podrá ver por tan insignificante precio. Sabiendo que la superficialidad impide hacerse una pregunta tan básica como cuánto realmente cuesta este producto, la pregunta nunca se responde.

Después de todo, si alguien tiene tanto tiempo libre como para mirar miles de canales de televisión, esa persona probablemente no se preocupará por cuestiones tan complicadas como no creer todo lo que se ofrece en la televisión, como ese pesado equipo para múltiples ejercicios que se ofrece por sólo 15 dólares. ¿Quién puede realmente creer que ese es el verdadero precio?

¿Y qué pasa con aquellos que creen que conocen un tema sólo porque en algún momento vieron una película relacionada con ese tema? Esas personas son, en mi opinión, otro ejemplo de superficialidad porque permiten que otros formen en sus mentes las imágenes e ideas que ellos deberían formarse, por ejemplo, leyendo un libro al respecto.

Ciertamente no tiene nada de malo mirar una película, pero asumir que esa película sirva como base de cualquier conocimiento sólido es una actitud superficial. Todavía recuerdo el caso de un cierto hombre, a quien escuché en persona hace años, quien relató en detalle la vida de Jesús para la gente de su iglesia. Repentinamente, el hombre interrumpió el relato y anunció: “No sé más porque hasta allí vi la película”.

Me pregunto: ¿Cómo podremos jamás resolver profundos problemas, como los que ahora enfrentamos, con pensamientos, actitudes y acciones tan superficiales?

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