Menu

Proyecto Visión 21

¿Por qué nunca responden adecuadamente a mis preguntas?

Mi mentor en Argentina, el Dr. Armando Vivante, tenía una costumbre que me llevó mucho tiempo entender: él nunca respondía directamente a mis preguntas. Cada vez que yo le preguntaba algo, él ofrecía como respuesta otra pregunta, que yo trataba de responder, y luego seguía otra de sus preguntas y el ciclo se repetía.

Tras varios años de ese tipo de conversaciones, una vez le pregunté al Dr. Vivante por qué él nunca respondía directamente a mis preguntas. Y esa vez, me respondió directamente: “Porque no puedo responder a preguntas que usted ni siquiera entiende. Si usted supiese lo que está preguntando, entonces no haría la pregunta”.

En otras palabras, no era su incapacidad de responder sino mi incapacidad de entender (no su respuesta, sino mi propia pregunta) lo que causaba una cierta especie de diálogo socrático que generalmente concluía con muchas preguntas y ninguna respuesta.

Mucho después me di cuenta que esa interesante dinámica de no ofrecer respuestas me permitía a mí aumentar mi entendimiento de las preguntas y al Dr. Vivante medir mi progreso en ese entendimiento (un “progreso” que nunca llegó ni jamás llegará al nivel de mi mentor.)

Esa extraña conjugación, entretejimiento, marea de preguntas y respuestas volvió a mi mente recientemente al revisar algunos de los “diálogos” que mantuve, por medio de mensajes electrónicos, con personas con quienes trabajo.

En un caso, por ejemplo, envié un mensaje a una colega compartiendo información sobre una conferencia educativa en Denver, sabiendo que a ella le gusta asistir a esta conferencia en particular. Le pregunté si iría y su respuesta me sorprendió. Mi colega me informó que no iría a ese evento porque a ella no le gustaba interactuar con una audiencia de gente de negocios.

Lo interesante del caso es que la conferencia en cuestión es sólo para jóvenes universitarios, no para gente de negocios. Sinceramente creo que mi colega ni siquiera leyó mi mensaje, sino que respondió asumiendo que ella tenía la información correcta sobre el evento.

Otro ejemplo. Recientemente le pedía a una cierta persona que, para sus mensajes conmigo, por favor usase mi dirección electrónica profesional, y no la personal, que reservo para otras cosas. Esa persona me envió su respuesta a mi dirección personal y me dijo que lamentaba que yo tuviese problemas con mi correo electrónico y que le avisase cuando esos problemas se resolviesen.

En mi mensaje original, jamás mencioné ningún tipo de problemas con mi correo electrónico y en su respuesta esta persona jamás mencionó mi pedido de usar una dirección electrónica distinta.

¿Tan difícil es leer un mensaje, primero entenderlo bien y luego responder adecuadamente? Parece que sí. Quizá en esta época donde existen tantas plataformas de comunicación, todas esas plataformas existen precisamente porque ya no sabemos comunicarnos.

Quizá necesitemos volver al antiguo ejercicio de primero leer un mensaje, asegurarnos que entendemos el mensaje antes de intentar una respuesta y después asegurarnos que la respuesta sea adecuada a la pregunta. ¿Acaso es mucho pedir? (Sí, esa fue una pregunta.)

Go Back

Comment

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.