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Proyecto Visión 21

¿Quién controla realmente nuestra vida?

Jorge Luis Borges decía (parafraseándolo aquí) algo así como que la libertad es ignorancia de las causas. Nos creemos libres, entonces, simplemente porque no vemos qué o quién nos controla. Sólo porque no veamos los hilos del titiritero, agrego yo, eso no significa que no seamos marionetas.

La pregunta del título y la aparentemente pesimista respuesta de Borges parecen no tener lugar en este tipo de columnas y quizá sea así. Pero la cambiante realidad del mundo, que nos obliga a tomar decisiones para las que no estamos preparados, y el hecho que una vez más estamos en una época electoral en Estados Unidos, nos obligan a cuestionar nuestra supuesta libertad.

En sus varios libros y en sus muchas conferencias, el neurocientífico argentino Facundo Manes explica que en la gran mayoría de los casos la gran mayoría de las personas vive inconscientemente atrapada en formas de pensar del pasado, surgidas durante la infancia y nunca resueltas, que luego se transforman en el estilo de vida de esa persona. Y la persona no lo sabe.

El ejemplo que ofrece Manes es el del hombre que de niño tuvo problemas en la relación con su madre y no pudo o no supo resolver esos problemas. De adulto, al casarse, inconscientemente va a elegir a una esposa que le permita recrear una y otra vez la situación que él no pudo resolver antes. Y lo más probable, según Manes, es que el hombre repita los mismos problemas con su hija.

Y si nuestro pasado psicológico nos domina, también somos prisioneros de los genes de nuestros antepasados, dice Manes. Según este científico, una experiencia traumática puede modificar los genes de una persona. Y esos genes modificados son lo que luego se pasan a los hijos, por lo que los hijos, según Manes, llevan en sí sin saberlo los traumas de los padres.

Somos entonces esclavos de nuestro pasado psicológico y genético. Y ni siquiera lo sabemos. Alguna vez Aristóteles explicó que el peor esclavo es aquel esclavo que no sabe que es esclavo y que, por lo tanto, se cree libre. Parece que así estamos nosotros.

Pero, protestamos, seguramente no es así. Más allá de lo que hayamos recibido genéticamente de nuestros padres o de los traumas de la infancia, somos libres. Después de todo, elegimos lo que queremos hacer, ver y comprar y a dónde queremos ir.

Sin embargo, según el futurista canadiense George Dvorsky, no es así. Para Dvorsky, toda nuestra vida está influencia por diez algoritmos informáticos, diez fórmulas matemáticas que deciden por nosotros desde qué noticias vamos a leer hasta quiénes son o no son nuestros amigos.

Esos algoritmos seleccionan las páginas y noticias que veremos, analizan potenciales amenazas y patrones delictivos, nos venden productos, determinan nuestra conducta al mirar películas, y maneja las transacciones financieras. Dicho de otra manera, los algoritmos nos mantienen dentro de la que conocemos.

¿Dónde quedan entonces nuestra libertad y responsabilidad personales si los genes, los traumas y los algoritmos parecen explicarlo y controlarlo todo?

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