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Proyecto Visión 21

“…una sombra lo mismo que yo…”

Francisco Miraval

Uno de los tangos que más me gusta escuchar es Caminito, de 1926. En la segunda mitad de la primera estrofa de ese tango, la letra de Gabino Coria Peñaloza dice: “… una sombra ya pronto serás / una sombra lo mismo que yo…” (La música es de Juan de Dios Filiberto.)

Ese hecho de entender y de aceptar que uno mismo es solamente una sombra y que todo a nuestro alrededor también es sólo una sombre me resulta fascinante e iluminador, ya que no se trata únicamente de que el tiempo borró al caminito, sino que el tango sugiere una identificación entre el caminante y el camino, entre lo externo y lo interno, que incluso llega hasta la muerte.

Otro tango, ¡Sombras… nada más!, de 1943 (con letra de José María Contursi y música de Francisco Lomuto), también se enfoca en un tema similar al decir: “¡Sombras, nada más, entre tu vida y mi vida.../ Sombras, nada más, entre mi amor y tu amor!”

En este caso, las sombras aparecen como la verdadera realidad, superando incluso la realidad de la vida y del amor, creando lo que el tango llama “este drama sin final”, ya que las sombras y la oscuridad hacen, según este tango, que uno ni siquiera pueda encontrarse a uno mismo.

En definitiva, según estas dos canciones argentinas, cuando nos identificamos con las sombras y reconocemos a las sombras como la realidad, eso mismo nos lleva a ver la ilusión del resto de nuestra vida, incluyendo la vida misma y el amor.

La idea de que somos nada más que una sombra es, obviamente, antiquísima. Ya en la primera página de las escrituras hebreas (Génesis 1) se afirma que Dios creó (o los dioses, Elohim, crearon) a la humanidad (adam) “a su imagen.” “Imagen” en hebreo es tselem, que precisamente significa “sombra” e incluso “ilusión”.

El filósofo griego Platón, por su parte, sugiere en el pasaje de República (514a–520a) conocido como la Alegoría de la Caverna que la mayoría de los seres humanos no sabe o no entiende que vivimos mirando sólo un mundo de sombras y, por lo tanto, desconocemos la verdadera realidad.

En pocas palabras, el existencialismo tanguero argentino, el relato teológico-poético de la creación de los hebreos y la filosofía platónica parecen coincidir que no somos quienes creemos que somos ni lo que creemos que somos y que en realidad no somos más que sombras.

Y ahora a aquellos teólogos, filósofos y músicos también se suman los científicos del Laboratorio “Fermi” del Acelerador Nacional, quienes ya iniciaron el llamado Experimento Holométrico (usando un artefacto llamado interferómetro holográfico, que ya funciona a toda capacidad) para determinar si nuestro universo es sólo una proyección (es decir, una sombra) de un universo con más dimensiones que el nuestro.

Si este experimento (que necesitará más de un año para completarse) tiene éxito, quedará claro que, como ya lo decían los antiguos y lo repetían los modernos, somos “sombras nada más”. ¿Cómo será vivir como una sombra? 

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