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Proyecto Visión 21

“Mi padre se vio obligado a volverse curandero”

“Mi padre se vio obligado a volverse curandero”, me dijo inesperadamente una señora la semana pasada cuando estábamos hablando sobre la historia de la comunidad hispana en Colorado. Y luego me explicó cómo y por qué eso sucedió.

Según Teresa, durante su infancia a mediados del siglo pasado en el norte de Colorado, los hispanos (un término con el que ella no se identifica) eran tan mal recibidos y tratados, a pesar de haber estado en esa zona durante generaciones, que ni siquiera se les permitía tener acceso a cuidados médicos.

Por eso, el padre de Teresa aprendió por sí solo a leer varios idiomas (además del español y el inglés) para poder leer libros de medicina y encontrar la manera de prevenir y curar ciertas enfermedades.

Teresa, que ahora ocupa un alto cargo público en una ciudad al norte de Denver, dijo que su padre leía esos libros para determinar qué elementos se utilizaban en las distintas recetas y tratamientos y, si esos elementos no estaban disponibles en la zona en la que ellos vivían, buscaba la manera de reemplazarlos por elementos similares.

Teresa agradece el empeño de su padre que eventualmente le permitió a ella terminar una carrera universitaria y que aún hoy la motiva a crear nuevos programas de ayuda a inmigrantes y a minorías.

Pero, a casi seis décadas de distancia, aún no se olvida de la época en la que por ser quien era no la dejaban ni consultar con un médico ni hablar español. Y no se olvida no por rencor sino porque, en su opinión, debido a la actual coyuntura económica muchas de aquellas actitudes han resurgido.

Teresa me contó cómo aún hoy ella encuentra casos cada día de latinos, inmigrantes o ciudadanos, que se enfrentan con obstáculos para acceder a servicios a los que tienen derecho, o que se los invita a una reunión (por ejemplo de empresarios) sólo para dejarlos aislados en un rincón.

Creo que Teresa tiene razón y que esos casos son reales, por lo menos en el área donde ella trabaja y quizá en otras áreas de Colorado y del resto del país. Pero existe una obvia diferencia entre la comunidad hispana de mediados del siglo XX y de principios del siglo XXI: los números.

Los hispanos representan ahora el 16 por ciento de los 307 millones de habitantes de Estados Unidos. Es decir, en este país viven 50 millones de hispanos según el censo (aunque el censo siempre cuenta menos hispanos de los que realmente viven aquí).

Además y por eso mismo, los hispanos han ganado un poder político y han adquirido una presencia económica que seguramente no tenían a mediados del siglo pasado. ¿Por qué seguimos entonces experimentando muchos de los mismos problemas que teníamos hace 60 años?

Podemos decir que parece que seguimos esperando que nos den lo que sabemos que nos merecemos (respeto, derechos, servicios, oportunidades) cuando quizá tengamos que hacer lo que hizo el padre de Teresa: apelar a nuestra creatividad y tenacidad.

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