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Proyecto Visión 21

“Ante todo somos humanos”, pero ¿realmente lo somos?

“Recuerda que ante todo somos humanos”, decía la última línea de un mensaje que alguien recientemente me envió. Pero ¿qué significa recordar nuestra propia humanidad? Y si tenemos que recordarla, ¿no significa eso mismo que ya nos hemos olvidado de lo que significa ser un ser humano?

El buen y bien intencionado consejo me dejó pensando que quizá ya no sabemos lo que es ser humano y que quizá nunca lo supimos. O, si lo sabíamos, ya nos hemos olvidado y, aún peor, nos olvidamos de que nos olvidamos y lo que antes sabíamos ahora está recubierto por dos mantos de olvido.

Pero ¿qué significa ser humano? ¿Estudiar durante años para luego tener tantas deudas que al final de la vida uno estuvo trabajando todo el tiempo nada más que para pagar deudas? ¿ver como aquellos que tienen poder de decisión sobre nuestras vidas y sobre nuestro futuro deciden siempre a favor de ellos y no de nosotros?

¿Acaso ser humano significa estar en guerra constantemente entre nosotros y dedicarle más tiempo, dinero y recursos a la destrucción que a la vida? ¿De qué me sirve recordarme a mí mismo que ante todo soy humano si nosotros mismos estamos destruyendo el único planeta que conocemos?

Y si soy realmente humano, ¿por qué entonces las llamadas “etiquetas étnicas” que se me adjudican según el color de piel, o lugar de nacimiento, o idioma que hablo, o tantos otros factores reales o ficticios determinan mi identidad? Y por esa identidad ficticia, mis ingresos son más bajos y mis gastos más altos que aquellos que deciden sobre mi “humanidad”.

Además, ¿vale la pena ser humano si muchos de los nuevos “influencers” y “celebridades” en los medios sociales no son humanos sino realidad virtual creada por inteligencia artificial, como Hatsune Miku, Lil Miquela y la modelo Shudu?

Uno se pregunta cuánto falta para que nos demos cuenta de que la inteligencia artificial es real y que probablemente sea más real que nuestra propia inteligencia, que parece cada vez más una ilusión y autoengaño.

Es verdad que la humanidad es capaz de grandes sacrificios y de grandes logros, así como de grandes actos de creatividad. Así lo hemos visto a lo largo de la historia y así lo vemos ahora. Pero también es verdad que los humanos somos capaces de los más atroces actos de crueldad e intolerancia hacia otros humanos. Entonces, ¿de qué sirve ser humano?

Alguien dirá: “Deja de hacer tantas preguntas incoherentes y dedícate a disfrutar de la vida”. ¿Pero acaso disfrutar de la vida significa acallar el cuestionamiento y cerrar los ojos a la realidad? ¿Son la mente y el corazón cerrados la nueva y única forma de ser humano?

En una época en la que ya no podemos ni reírnos de nosotros mismos porque hasta eso está mal visto, la pregunta por nuestra propia humanidad, aunque ignorada y olvidada, es más urgente y necesaria que nunca, si es que algún día queremos finalmente salir de la prehistoria de la humanidad.

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