Menu

Proyecto Visión 21

¿Cuánta buena información y oportunidades desechamos debido a nuestra ignorancia?

Recientemente tuve la oportunidad de hablar sobre la importancia (relativa) de la educación universitaria ante un grupo de padres de familia y, al final de la reunión, una madre se acercó indicándome que tenía una pregunta.

La madre contextualizó su pregunta diciendo que su hija ya estaba cerca de concluir la escuela secundaria, con intenciones de seguir estudiando. “¿Será por eso que siempre le llegan tantas cartas de las universidades?”, preguntó la madre. “Sí”, le respondí.

“Como yo no sabía, cada vez que llega una de esas cartas yo la tiro a la basura. Como yo no entiendo lo que esas cartas dicen, pensé que mi hija no las necesitaba”, explicó la madre.

Sentí el impulso, pero no lo hice, de arrodillarme en el suelo, extender los brazos, mover la cabeza hacia atrás y, debajo de una negra nube de tormenta y un fuerte aguacero, gritar “¡Nooooo!” durante algunos minutos. 

“Algunas de esas cartas pueden valer varios miles de dólares para su hija. De ahora en más, cada vez que llegue a una carta, désela. Ella va a saber qué hacer”, aconsejé. 

Pero la verdad es que, a lo largo de nuestra vida, cada uno de nosotros recibimos información valiosa o imperdibles oportunidades que “arrojamos a la basura” por nuestra propia ignorancia, sea real y circunstancial o, peor aún, autoimpuesta y conscientemente repetida para que de esa manera la verdad no amenace ni cambia nuestro pequeño mundo. 

De hecho, estoy absolutamente seguro de que yo mismo he arrojado a la basura, muchas veces hasta sin saberlo o sin tomar consciencia haberlo hecho, información y oportunidades que, de haber sido activadas apropiadamente, podrían haber sido de gran beneficio para mí y, aún más importante, para aquellos a mi alrededor. 

(Dicho sea de paso, aprendí hace mucho tiempo que las mejores oportunidades que yo recibo no son para mí o solamente para mí, sino para compartir con otros.)

En cierta forma es mejor no saber que, debido a nuestra ignorancia, la información se perdió o la oportunidad ya no existe, porque tomar consciencia de las consecuencias de nuestra ignorancia significaría tomar consciencia de nuestra ignorancia y, por lo tanto, la ignorancia ya no serviría de excusa. 

Pero tarde o temprano, por esas vueltas de la vida, llegamos a un punto en el que comprendemos que hemos desperdiciado información y oportunidades, en algunos casos irrepetibles y de alta calidad, simplemente porque preferimos más aferrarnos a nuestra ignorancia (a la que llamamos “sentido común” o “tradición”, entre otros nombres) que abrir nuestra mente y corazón a una nueva realidad. 

Quizá necesitemos adoptar el hábito de asumir que cada mensaje que llega a nosotros es un mensaje para nosotros o para alguien cercano. Pensar cuál puede ser ese mensaje es, por eso mismo, resistirnos a la ignorancia.

Bien decía en la antigüedad Saulo de Tarso (Pablo) en su discurso en Atenas que lo que realmente perdona Dios es nuestra ignorancia. Por eso, con ese perdón ya recibido, no deseches el próximo mensaje que te llegue.   

Go Back

Comment

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.