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Proyecto Visión 21

¡Cuidado con la transición de un año a otro!

Si pudiésemos dejar de ver los mitos de los antiguos griegos y romanos como si fuesen leyendas sin fundamento y pudiésemos verlos por lo que realmente eran, es decir, narraciones de reflexiones psicológicas sobre momentos importantes de la vida, veríamos entonces que esas historias tienen mucho para enseñarnos sobre el inicio de un nuevo año.

De hecho, el nombre del primer mes del año, “enero”, proviene del nombre de uno de los dioses romanos, Janus, el único dios con dos caras, una mirando al pasado y otra mirando al futuro. La enseñanza es clara: no se puede mirar al futuro sin a la vez mirar al pasado, y viceversa. 

Aún más, como alguien bien lo dijo (discúlpenme, no recuerdo quien), lo que nosotros tenemos no lo hemos recibido de nuestros padres o ancestros (es decir, del pasado) sino que lo tenemos como préstamo de nuestros hijos (es decir, del futuro). 

Dicho de otro modo, contra todo lo que se nos enseña, el pasado nunca queda en el pasado, sino que se reinventa en el presente. Por eso, la idea de “dejar el pasado en el pasado” o de “olvidarnos del pasado” equivale, si se implementase totalmente, a dejar de lado el futuro y a olvidarse del futuro, algo que, dicho sea de paso, es lo que muchos hacen.

Si Janus nos enseña algo, es que, en el paso de un momento a otro de nuestras vidas, especialmente cuando ese momento es compartido socialmente, debemos mirar simultáneamente en ambas direcciones, pero no porque el futuro sea continuidad del pasado, sino precisamente porque el futuro ya no es continuidad del pasado. 

Si solamente miramos al pasado, no hay futuro o entramos al futuro de espaldas. Si solamente miramos al futuro, careceremos de identidad. 

Pero hay otro dios, Mercurio (Hermes, entre los griegos), conocido por ser el mensajero de los dioses. A la vez, Mercurio también es conocido por manifestarse (aunque no como él mismo) en momentos de transición, sea una transición física (pasar por una puerta) o temporal (inicio del año). Y esos son los momentos que Mercurio usa para engañarnos. 

Debo corregirme: Mercurio no nos engaña, sino que hace algo aún más preocupante: crea el espacio y la experiencia para que nos engañemos a nosotros mismos. Y una vez que nos engañamos a nosotros mismos (es decir, nos autotraicionamos), no solamente dejamos de ser quienes deberíamos ser, sino que racionalizamos y justificamos nuestra decisión.

Por eso, al final de cada año prometemos que dejaremos de hacer muchas cosas y que en el nuevo año lograremos lo que no hemos logrado el año anterior. Pero es sólo un autoengaño, como queda en evidencia al ver los mensajes en las redes sociales “declarando” abundancia y prosperidad por parte de aquellas personas que hace un año “declararon” mismo y aún siguen sin lograrlo.  

En cierta forma, aunque no lo reconozcamos, Janus y Mercurio siguen tan activos como siempre lo estuvieron. Después de todo, son expresiones de nuestra psicología cada vez que traspasamos un umbral.  

 

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