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Proyecto Visión 21

¿Pueden las “coincidencias” revelar nuevos conocimientos?

Recientemente, por medio de las redes sociales, me llegó un video enviado por alguien que no conozco, indicándome que el tema sería de mi interés. Básicamente, se trataba de una grabación hecha hace 15 años en Perú en la que una “profetiza” explicaba que en esta época comenzaría una “gran enfermedad” en el agua del mundo.

Debo confesar que, por curiosidad, miré unos pocos minutos del video antes de interrumpirlo (ni la calidad de las imágenes ni el contenido eran buenos), pero ese tiempo fue suficiente para entender que la mujer en cuestión había tenido un sueño en el que se le decía que el agua del mundo se contaminaría y que el problema se originaría en Estados Unidos. 

Descarté el tema y lo coloqué al mismo nivel que tantos otros videos y mensajes que recorren las redes sociales y que requieren un alto nivel de credulidad para darles la más mínima atención. Fui entonces al correo a buscar mi correspondencia y, entre las cartas, había una de la ciudad en la que vivo diciendo que el embalse que se usa para el agua de la ciudad estaba contaminado.

La carta de la municipalidad local no daba detalles de las razones de la contaminación, aunque explicaba que era lo suficientemente seria como para que se prohibiesen todas las actividades humanas en el lugar, incluyendo natación, pesca, andar en bote e incluso caminar por la zona. El aviso no decía nada de cuándo se reabriría el embalse de agua contaminada.

La situación me molestó: minutos después de haber visto un video grabado en Perú hace una década y media sobre agua contaminada en Estados Unidos, recibo una notificación oficial de la ciudad donde resido informándome de agua contaminada. ¿Simple coincidencia? ¿Mensaje del universo? No lo sé. Pero que sucedió, sucedió. 

Y también sucedió lo siguiente. Hace pocos días, manejando de regreso a la casa luego del trabajo en la oficina, escuché en la radio que los aviones comerciales comenzarán a volar en formación, como lo hacen las aves y los aviones militares, como una manera de reducir el costo de esos viajes aéreos. 

Desde hace unos 25 años vivo muy cerca de un aeropuerto internacional y con frecuencia veo varios aviones aterrizando casi simultáneamente. Pero nunca los vi volando en formación. Tras escuchar la noticia, me quedé pensando que me gustaría algún día ver en la vida real una formación de ocho a diez aviones comerciales, tal como se los describía en la radio.

Pocos minutos después, eso es exactamente lo que vi: ocho aviones de distintas aerolíneas (por sus colores) volando lo suficientemente cerca unos de los otros como para verlos todos a la vez, y, obviamente, lo suficientemente alejados como para que no hubiese ningún peligro. ¿Otra simple coincidencia? ¿Otro mensaje del universo? 

Esas experiencias me resultan difíciles de aceptar porque la transformación de lo que en un momento es una noticia o un relato a una experiencia personal al momento siguiente oscila entre lo inquietante y lo aterrador. 

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