Menu

Proyecto Visión 21

¿Qué me conviene más, ser profesor de idiomas o lavaplatos en un restaurante?

Recientemente alguien me hizo llegar un aviso sobre una cierta municipalidad cerca de donde vivo que buscaba profesores de español para adultos. Dada que esa es una de las tareas a las que me dedico (y algo que me agrada mucho hacer), decidí leer el aviso con atención.

Básicamente, la ciudad en cuestión pedía a alguien con experiencia en educación de adultos y con especialización en personas de la tercera edad. El instructor debía ser capaz de enseñar todos los niveles de español (desde el básico al avanzado) y en todas las modalidades (escribir, escuchar, hablar).

Además, el instructor debía desarrollar su propio currículo y contar con su propio material. Y también debía coordinar actividades dentro y fuera del centro de instrucción para que los participantes en el curso tuviesen oportunidades de practicar su español. Y también el instructor debía estar disponible para consultas con sus estudiantes fuera del horario de clases.

A pesar de las exigencias y responsabilidades, aun así, me interesó seguir leyendo la descripción del trabajo porque, después de todo, siempre es bueno explorar una oportunidad que permita acercar a las personas de distintas culturas, confiando que de allí surgirá eventualmente un diálogo creativo y respetuoso.

Llegué entonces a la sección de requisitos académicos y experiencia previa y me alegró contar con todos esos requisitos. Y luego estaba el párrafo sobre la compensación ofrecida. Iluso yo, pensé que la compensación sería acorde a todo lo que se pedía. Sin embargo, pronto descubrí que sólo se ofrecía un pago máximo de 12 dólares por hora y no más de 10 a 15 horas por semana.

El tema hubiese terminado ahí, pero como ya estaba al final del aviso, instintivamente seguí leyendo el siguiente. Allí se pedía a alguien para lavar platos en un restaurante de la misma ciudad. No había requisitos de idioma ni tampoco se exigía experiencia previa. Además, el puesto era de tiempo completo y con beneficios. Y con un salario inicial de entre 14 a 18 dólares por hora.

Me quedé entonces pensando no en las cifras en cuestión (ambas exiguas, sin importar desde donde se las mire), sino en la actitud que hace que una cierta municipalidad valore más y compense mejor a personas sin experiencia ni estudios que a aquellas otras personas a las que la misma ciudad les exige tanto experiencia como estudios para obtener un trabajo.

¿Qué mensaje envía esa actitud con respecto al presente y al futuro?

Ciertamente, unos pocos dólares en una oferta de empleo con salarios decididamente bajos no significan nada en el contexto de una sociedad en la que ni el talento, ni los estudios, ni la experiencia, ni la honestidad garantizan buenos ingresos. (Dije “buenos”, no “grandes”). Pero es alarmante que la dedicación y los conocimientos reciban “oficialmente” menos reconocimiento que la ignorancia o la inexperiencia.

¿O será que nos quieren ignorantes e inexpertos precisamente para que nos peleemos entre nosotros por dos o tres dólares aquí o allá, mientras los millones pasan por otro lado?

Go Back

Comment

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.