Menu

Proyecto Visión 21

El futuro se puede conocer, pero no nos enseñaron a reconocerlo

Estoy cansado de que me digan que el futuro no existe o que no puede conocerse, o que, por ser algo desconocido, no debemos pensar en eso. El hecho que nos hayamos vuelto adictos al pasado y que confundamos el presente con lo “normal” y, por lo tanto, que nos hayamos vuelto ciegos al futuro, no significa que el futuro no pueda ser conocido.

Digo que el futuro puede ser “conocido”, no “adivinado”, “visualizado”, o “profetizado” (en el sentido devaluado de profecía).  

El futuro permanecerá desconocido para nosotros de la misma manera que, de niños, poco sabíamos del pasado. Sólo después, tras años de crecimiento y muchos años de estudio, comenzamos a tomar consciencia de una larga historia humana (con muchos capítulos aún por descubrir) que nos precede.

Para ver el futuro debemos resolver lo que desconocemos a partir de lo que ya conocemos: el presente y el pasado (si es que los hemos estudiado adecuadamente). Goethe decía, con razón, que es necesario conocer 3000 años de historia para no vagabundear sin rumbo por la vida. 

Por ejemplo, si dos manzanas y una banana cuestan cuatro monedas y una manzana y cuatro bananas cuestan nueve monedas, ¿cuánto cuestan cada manzana y cada banana? En otras palabras, a partir de lo que ya conocemos (cuántas monedas se necesitan en cada compra) podemos deducir lo desconocido (el costo de cada fruta por unidad). 

Pero no nos han enseñado a pensar en el futuro como un elemento que todavía no hemos resuelto. De hecho, no nos han enseñado a ver el futuro. Y como no lo vemos, creemos que no existe y que no puede conocerse. Lamentablemente, no lo vemos ni siquiera si el futuro está frente a nosotros. 

Cuando, hace más de un siglo, se le presentaron los primeros aviones al Ejército de Estados Unidos, la respuesta oficial fue que las fuerzas armadas no necesitaban esos “juguetes”. A mediados del siglo pasado, IBM calculó que en todo el mundo había necesidad sólo para cinco computadoras. 

Y un ejemplo más. En la década de 1980, empresarios de Estados Unidos viajaron a Japón para visitar las plantas de producción de automóviles, pero volvieron desilusionados porque, dijeron, los japoneses no los llevaron a las fábricas de carros, sino que los habían engañado, llevándolos a lugares limpios y casi vacíos en los que robots (no personas) construían los vehículos.

Podríamos compartir otros muchos ejemplos similares, incluso situaciones en nuestras propias vidas, en las que no vimos el futuro incluso cuando el futuro ya era presente. Pero, alguien dirá, ¿cómo hacemos para ver el futuro? Esta corta columna no es el lugar para responder a esa pregunta. 

Sólo diremos que, parafraseando a Hegel y siguiendo a Zizek, debemos reintroducir en el pasado la apertura hacia el futuro para entender lo que está deviniendo, lo que está emergiendo, es decir, para ver el proceso de cocreación de nuestro mejor futuro para conectarnos con ese futuro y traerlo al presente. El futuro es real para quien abra los ojos. 

Go Back

Comment

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.