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Proyecto Visión 21

Este “mundo del revés” presenta serios desafíos para la cordura personal

La semana pasada recibí un llamado telefónico pregrabado de la escuela a la que asisten mis hijos que comenzaba diciendo “Alerta. Mensaje muy importante. Preste atención”.

Como ese día estaba nevando mucho en Denver y como mis hijos estaban en la escuela, decidí prestar atención incluso con algo de preocupación. El mensaje decía que debido al “efecto acumulativo” de la tormenta de nieve y teniendo en cuenta la seguridad de los estudiantes y de los maestros, la escuela cerraría en el horario normal y los autobuses escolares circularían con normalidad.

En otras palabras, una alerta para decir que nada estaba sucediendo y que nada cambiaría y que, después de todo, la situación no era tan crítica como parecía. Ese llamado me pareció un buen ejemplo del mundo del revés en el que vivimos, en el que las “alertas” y las “emergencias” ahora se usan para indicar que nada pasa y que todo está bien.

Si realmente hubiese habido una emergencia, entonces tendrían que haberlo informado así. Si nada sucedía, entonces no llamen. Y si era sólo un llamado de cortesía para indicar que a pesar de la nieve nada cambiaría, entonces así tendrían que haberlo dicho.

Me parece poco prudente que se juegue con las emociones y la presión arterial de las personas sólo para decir que nada cambia. Lo cual, por cierto, se parece mucho a lo que precisamente hacen los distintos gobiernos y administraciones.

Para completar esa mañana, llamé al banco en donde tengo mi hipoteca para ver qué había pasado con mi pedido de modificación del préstamo, debido a los desafíos propios de la economía actual.

Luego de una larga espera y de tratar de hablar con personas que no sabían lo que yo estaba diciendo o con un acento tan marcado que no los entendía ni en inglés ni en español, finalmente me conectaron con alguien que me informó que podrían darme un interés más bajo y pagos menores si primero yo dejaba de pagar la casa y segundo si yo estaba dispuesto a arruinar mi crédito.

Dicho de otro modo, si uno se sacrifica para realizar cada pago hipotecario y a tiempo y para mantener un buen puntaje de crédito, no se lo ayuda. Pero si uno deja de pagar la casa y por eso mismo tiene mal crédito, entonces recibe ayuda.

Si en mi negocio yo tratase a mis buenos clientes con desdén y me dedicase únicamente a ayudar a quienes me causan problemas, en poco tiempo no tendría negocio. Pero, claro, yo no sé nada de las políticas de los bancos, excepto que son otro ejemplo del mundo del revés.

Ese mismo día por la tarde hablé con un legislador federal quien enfatizó que la “urgente”  reforma inmigratoria en Estados Unidos comenzará “en poco tiempo”, quizá este mismo año. Le pregunté cuánto tiempo se necesitaría para implementar esa reforma. “Veinte años”, me dijo.

En el mundo del revés, lo urgente lleva 20 años para resolverse, mientras que lo irrelevante recibe atención y recursos.

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