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Proyecto Visión 21

Extendamos la mano solidaria en tiempos de crisis

Cada vez son menos las personas que donan parte de su tiempo y recursos para ayudar a los menos afortunados. De hecho, de acuerdo con una reciente encuesta de TNS Gallup, desde el 2001 continúa bajando el voluntariado no solamente en Estados Unidos sino en los otros 55 países más desarrollados del mundo.

La encuesta revela que “la voluntad de ayudar” aparece espontáneamente como respuesta a una tragedia, como los recientes terremotos en Haití y en Chile. Pero si la tragedia es de menor magnitud, o si el voluntario debe comprometerse a un cierto número de horas o a un calendario, entonces resulta difícil reclutar a voluntarios, al punto que incluso las más grandes organizaciones fracasan en esa tarea.

Los ataques terroristas en Estados Unidos en el 2001 y la subsiguiente crisis económica global, agravada al nivel de recesión en la actualidad, modificaron –creo- las prioridades de tiempo y de dinero de muchas personas, que de dar ayuda pasaron en algunos casos a pedirla y en otros a no compartirla.

Paradójicamente, la disminución del voluntariado se da precisamente cuando más se lo necesita, aunque se debe reconocer que no es fácil pensar en la donación de tiempo o de dinero a otros cuando se enfrentan serios problemas de desempleo, subempleo, deudas o reposesión bancaria. Parece que la solidaridad disminuye cuando la crisis aumenta.

Un ejemplo es lo sucedido el fin de semana pasado en Greeley, en el norte de Colorado, donde un grupo de 40 voluntarios viajó desde Texas hasta Greeley para participar en la búsqueda de Kayleah Wilson, una niña de 12 años desaparecida el 28 de marzo camino a una fiesta de cumpleaños cerca de su casa.

El grupo de voluntarios texanos confiaba que un número similar o mayor de voluntarios locales colaborase en la búsqueda, pero eso no sucedió.

Los organizadores reconocieron que existen razones válidas para que las personas decidan no participar en un operativo de dos días para encontrar a una niña perdida. Pero, a la vez, pidieron que se piense en la madre de la niña y en la necesidad de colaborar con las autoridades para esclarecer el caso.

Pero aunque Kayleah no recibió esta vez la ayuda que merece, no todo está perdido con respecto al voluntariado, como lo demuestra otro evento, en este caso un programa de ayuda a personas desamparadas en el centro de Denver.

En una plazoleta de Denver, cerca de dos albergues para personas sin hogar, sábado por medio se reúne un grupo muy diverso, con hispanos y no hispanos; hombres, mujeres y niños, hablando inglés o español, para servir un desayuno a cientos de desamparados.

Nadie coordina al grupo. Nadie sabe quién va a venir ni qué va a traer cada uno, ni cuánta comida habrá para compartir o cuántas personas necesitadas llegarán ese día. Pero cada dos semanas se sirven milagrosamente cientos de desayunos.

Resistamos la tentación de retirar la mano solidaria en tiempos de crisis, ya que es precisamente en ese tiempo cuando más deberíamos extenderla.

 

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