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Proyecto Visión 21

Hemos dejado el futuro en manos de adultos con mentes cerradas e infantiles

Recientemente escuché a un pastor predicándoles a los varios cientos de miembros de su congregación y diciéndoles que, según recientes estudios científicos, “casi el ciento por ciento” de los seres humanos algún día van a morir. Lamentablemente, no tuve la oportunidad de preguntarle qué significa ese “casi”.

Después de todo, si este buen hombre tiene acceso a un estudio científico que demuestra que la mortalidad humana es de menos del ciento por ciento, sería bueno que comparta con nosotros ese estudio para ver, como mínimo, si el “casi” es del 0,01 por ciento, o del 1 por ciento, o la cifra que fuese. 

Y luego me tocó, por casualidad, escuchar una conversación en la que alguien hablaba de un oso que fue cazado a balazos, despellejado, descuartizado y su cabeza cortada. Y la otra persona preguntó: ¿Pero el oso se murió? Dado que la conversación no era conmigo, no me correspondió decir nada, aunque me quedé pensando como alguien podía siquiera hacer esa pregunta.

La razón por la que alguien necesita explicaciones para determinar si un oso baleado, despellejado, descuartizado y descabezado murió es la misma razón por la que alguien afirma que la mortalidad humana es de “casi” el ciento por ciento: infantilismo. Pero esa afirmación necesita ser explicada. 

En su clásico y controversial libro de 1987 El Cierre de la Mente Estadounidense, Allan Bloom ya decía que la educación en Estados Unidos había “empobrecido el alma” de los estudiantes. Y luego, en 2000, Jeffrey Jensen Arnett, Christian Smith y otros investigadores comenzaron a hablar de la adultez emergente, es decir, el largo tiempo que le llevaba a los jóvenes madurar. 

Pero según recientes estudios, ya no se trata de una mente cerrada (como Bloom anticipó) ni de que la adolescencia ahora dura hasta casi los 40 años (como Arnett explicó), sino de que los adultos siguen siendo y actuando como niños.

En 2014, el Centro Lumen de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanísticas (en Rumania) publicó un artículo del Dr. Jacopo Bernardini, titulado La infantilización del adulto postmoderno (es decir, para aclararlo, nosotros). Según Bernardini, el adulto contemporáneo vive en un estado de perpetua “inmadurez consciente” que le permite “escapar de sus responsabilidades”.

Y eso es posible, dice Bernardini, porque vivimos en una sociedad en la que “las actitudes infantiles y el modelo de vida adolescente son promovidos en los medios y tolerados por las instituciones”. Dicho de otro modo, ser joven “no tiene nada que ver con la edad, sino que es un estilo de vida” que hace que “la juventud ya no sea una etapa transitoria de la vida”. 

En definitiva, infantilización es “una regresión colectiva” de la sociedad postmoderna que le da prioridad a “la velocidad y las posibilidades”, al “modelo eficaz de la juventud”, con el consecuente “rechazo psicológico de la condición de adulto”. 

Así, nuestro futuro queda en manos de mentes cerradas, infantiles y narcisistas. Me gustaría escribir mucho más sobre este tema, pero llegó la hora de ver mis dibujos animados favoritos. 

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