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Proyecto Visión 21

La tecnología, ¿herramienta de liberación o de creciente esclavitud?

Recientemente asistí a una reunión convocada por una importante organización comunitaria de Denver. En medio del encuentro, del que participaron cerca de 20 personas y que se hizo en una pequeña sala de conferencias, sonó el teléfono celular de la directora de la organización.

La directora buscó su teléfono dentro de su cartera y lo apagó, pero no pasaron sino unos poquísimos minutos antes de que el teléfono sonase otra vez. Nuevamente la directora lo apagó y nuevamente comenzó a sonar poco después. Se podía palpar en ese momento el malestar generalizado entre los asistentes.

La compungida dirigente pidió un receso y durante ese intervalo escuché (sin quererlo) que la directora le confesaba a uno de los participantes de la reunión que ella simplemente no sabía cómo silenciar su teléfono, debido a que era un aparato nuevo con el que ella aún no se había familiarizado.

El participante compartió un par de instrucciones y el problema desapareció.

Como el teléfono de la directora es similar al mío, al regresar a mi casa revisé el manual de operaciones de mi celular y descubrí que el aparato tiene 113 comandos “básicos” y que cada comando incluye un menú con otras numerosas posibilidades, por lo que se puede especular que este teléfono encierra miles y posiblemente decenas de miles de combinaciones de comandos y operaciones.

Lejos de sentirme indignado por una persona que imprudentemente dejó su teléfono encendido, me sentí abrumado por una avalancha tecnológica que no pedimos ni controlamos y que cada vez se convierte en una herramienta de separación entre quienes tienen y no tienen acceso a esa tecnología.

Aún recuerdo cuando lo único que había que hacer para hablar por teléfono era levantar el auricular y marcar el número deseado. Eso era mucho antes de que los teléfonos funcionasen como máquinas fotográficas, grabadoras de audio y de video, reproductores de música, reloj despertador, radio y quién sabe cuántas otras funciones relacionadas con correo electrónico y mensajes de texto.

Esa era la misma época en el que el control remoto del televisor tenía solamente tres botones: uno para encender y apagar el aparato, otro para cambiar de canal y otro para el volumen. 

Ahora el control remoto tiene tantos botones y controla tantas cosas que, por un lado, tengo miedo que si aprieto los botones en la secuencia incorrecta activaré algún programa de auto-destrucción y, por otro lado, las operaciones se han vuelto tan complicadas que a veces prefiero, como en los viejos tiempos, levantarme y cambiar de canal o encender o apagar el aparato manualmente.

Tanto nos hemos enmarañado con la tecnología que ya se nos ha hecho imposible vivir sin ella y por eso le perdonamos cada día nos deshumanice un poco más y que controle más y más de nuestras vidas, y hasta creemos que la tecnología nos salvará, sin darnos cuenta que ya nos ha esclavizado.

Antes de una reforma de salud, educación o inmigración, necesitamos primero una reforma que nos devuelva la esencia de ser humanos.

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