Menu

Proyecto Visión 21

La utopía de Orwell ya quedó grotescamente obsoleta

Recientemente leí en una revista académica especializada un interesante argumento: la solución para terminar con la discriminación y la explotación de ciertos grupos de personas sería discriminar y explotar a todos por igual, sin hacer distinción entre grupo alguno.

Dado que la persona que publicó ese argumento lo hizo en una revista de sólido prestigio y se desempeña en un alto cargo que una organización nacional, no caben dudas de que el argumento fue presentado con toda seriedad. Y eso mismo lo hace más interesante y hasta peligroso.

A ver si nos entendemos: a la vez que se reconoce la existencia de discriminación y de abuso de ciertos grupos, tanto a la largo de la historia como en el presente, el autor de este argumento sostiene que para eliminar ese flagelo social habría que expandir esa discriminación y abuso a todos los otros grupos aún no abusado ni explotados.

Sinceramente, quizá por mi ingenuidad y mi carencia de sofisticación académica, yo pensaba que la mejor manera de terminar con la discriminación era terminar con ella, no expandirla. Pero quizá ante la utopía de lograr esa meta, aparentemente la alternativa es adoptar la postura de “si no puedes con ellos, únete a ellos”.

En otras palabras, si “normalizamos” y expandimos una conducta inaceptable para que afecte no sólo a un grupo sino a toda la comunidad (quizá incluso a nivel global), entonces esa conducta se vuelve aceptable porque ahora todos somos o podemos ser igualmente afectados por tal conducta.

Pero ¿es ese un argumento válido? Por ejemplo, ¿podemos eliminar la esclavitud esclavizando no sólo a un grupo de personas, sino a todas? O, quizá más cercano al argumento académico antes mencionado, ¿podemos eliminar la esclavitud si cualquier persona, sin importar de qué grupo sea, puede convertirse en esclavo?

¿Y por qué detenerse solamente en eso? Podríamos, por ejemplo, pensar en una sociedad en la que no solamente cualquier persona puede ser esclavizada, sino también en la que las personas, sin saberlo, se esclavizan a sí mismas (aunque creyéndose libres) y se explotan a sí mismas (aunque a eso lo llaman “realización personal”).

Tengo malas noticias: eso es exactamente lo que ya está sucediendo. En un discurso en Barcelona en febrero de 2018, el filósofo Byung-Chul Han argumentó que vivimos precisamente en una sociedad en la que cada uno se explota a sí mismo, tiene miedo del otro (cualquiera que el otro sea) y vive en el “infierno” en el que todos quieren ser lo que no son para poder ser “iguales” a los otros.

Según Han, “las personas hoy se explotan a sí mismas creyendo que así se están realizando”.

Quizá entonces el ridículo argumento de terminar con la discriminación expandiéndola y haciéndola universal no sea tan ridículo porque, lamentablemente, tanto ya hemos internalizado esa discriminación y abuso que nos discriminamos y explotamos a nosotros mismos a un nivel que ni siquiera Orwell pudo imaginar en su 1984.

¡Qué mundo raro aquel en el que las grotescas utopías se vuelven obsoletas!

Go Back

Comment

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.