Menu

Proyecto Visión 21

Las multitudes amorfas son una mentira, antes y ahora

La semana pasada vi una calcomanía en un carro que decía: “Si no quiere perder su trabajo, compre productos estadounidenses”. La calcomanía estaba pegada en el paragolpes trasero de un automóvil europeo importado.

Esa contradicción entre lo que proclamamos y lo que hacemos, entre lo que decimos y lo que vemos, aparece en numerosos otros casos mucho más importantes que el de una calcomanía en un carro importado urgiendo la compra de productos nacionales.

Por ejemplo, las principales historias del pasado viernes 3 de abril por la tarde en el sitio de Internet del mayor diario de Denver incluían una nota sobre el equipo local de futbol americano, la posibilidad de una tormenta de nieve al día siguiente, varios reportes policiales, un par de notas sobre negocios, una historia sobre homosexualismo y el intento de Madonna de adoptar una niña en Malawi.

A su vez, las principales noticias en un conocidísimo buscador de Internet eran cómo evitar errores al buscar pareja, cuál es el verdadero nombre de un cierto actor, cuál es la relación entre la bolsa de valores y el desempleo, cuánto cuestan las nuevas computadoras y cómo cambia el cerebro de las abejas cuando las abejas llegan a la madurez.

Ninguno de estos y otros sitios que visité publicó entre sus diez primeras historias la nota sobre la masacre de 13 inmigrantes en Nueva York. Aún más, la trágica masacre solamente fue mencionada por medio de un título que había que pulsar para luego leer la nota en otra página.

Pero si uno quería leer sobre homosexuales en Iowa, sobre Madonna en Malawi o sobre el cerebro de las abejas, ahí estaba toda la información.

Vivimos en una época en la que la superficialidad supera a la realidad, demostrando una vez más que los medios de comunicación se han transformado en medios masivos de entretenimiento y manipulación.

No estoy diciendo que porque una noticia sea importante e interesante para mí deba entonces aparecer en la primera plana de los periódicos. Estoy diciendo que lo que ahora aparece en la primera plana es tan superficial, irrelevante, efímero, despersonalizado, amorfo y autocontradictorio como la calcomanía mencionada al principio.

A mediados del siglo XIX el filósofo dinamarqués Soren Kierkegaard escribió un corto tratado titulado “Las muchedumbres son una mentira”. En ese ensayo, Kierkegaard magistralmente explica que la muchedumbre, la multitud amorfa, el “se” del “se dice”, el “uno” del “uno cree”, esa acumulación de seres despersonalizados y masificados, carentes de toda individualidad y personalidad, es una mentira, se basa en una mentira y solamente lleva a una mentira.

Esa multitud no es ni éste ni aquel grupo, sino todo aquel conglomerado humano que, dejando de lado la dignidad humana, busca imponer sus propios deseos por la fuerza de su influencia, reputación o dominio. Y quien se oponga corre el riesgo de ser martirizado.

La multitud sólo trae miseria y deshonra al ser humano. La multitud siempre busca chivos expiatorios, hace 2000 años en Jerusalén y ahora en Nueva York y Washington.

Go Back

Comment

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.