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Proyecto Visión 21

Lo que vemos en el cine afecta lo que hacemos en la realidad

La cantidad de historias publicadas en las últimas semanas por medios de comunicación serios sobre control mental ya deja de ser casualidad o curiosidad para convertirse en una tendencia preocupante, por lo menos para aquellos que aún queremos seguir gozando de por lo menos la ilusión de la libertad, ignorando las verdaderas causas de nuestras acciones.

 

La historia más reciente (publicada por Clarín de Buenos Aires el 24 de agosto) relata los avances del llamado “neuromercadeo” y, como consecuencia, de la nueva “neuroeconomía”, es decir, la aplicación de las metodologías derivadas de estudios neurocientíficos al ámbito del mercadeo para satisfacer las “verdaderas necesidades” del consumidor.

 

Básicamente, la neurociencia permite comprender mejor el proceso de toma de decisiones por parte de las personas y, por eso mismo, también sirve para entender la conducta que las personas tienen en el momento de seleccionar un cierto producto o servicio.

 

Dicho de otra manera, el neuromercadeo ya no utiliza palabras sino ciertos “estímulos mentales”, como se ve con creciente frecuencia en las películas y series de televisión producidas en Estados Unidos.

 

De hecho, según un artículo publicado en LiveScience el pasado 22 de agosto, el Departamento de Psicología de la Universidad de Nueva York está usando películas para entender el compartamiento del cerebro humano. Y la Escuela de Filmación de esa misma universidad está usando esos estudios para producir peliculas que controlen ciertas partes del cerebro humano, provocando una experiencia emocional y cognitiva en quien está mirando esa película, sin que el espectador sepa que se está controlando su cerebro.

 

“Control” es la palabra clave. Una empresa de California, Neurofocus, analiza (por medio de experimentos en laboratorio) la manera en que las personas reaccionan al ver películas, avisos y series de televisión. Y luego pasa (¿vende?) esa información a los productores de Hollywood.

 

Pero el tema no termina allí, ya que esa misma empresa, basándose en investigaciones realizadas en la Universidad de Chicago, ya está en el proceso de producir películas para controlar las reacciones emocionales y cognitivas de los cerebros de toda una multitud de espectadores, por ejemplo, en un estadio de fútbol.

 

Eso significa que la neurociencia y el neuromercadeo tiene un papel cada vez mayor  en la producción y promoción de películas y videos, que en la actualidad constituyen el principal elemento de comunicación en nuestra sociedad.

 

Pero aún hay otro elemento. Según una historia publicada en MailOnline el pasado 21 de agosto, avances realizados por el Departamento de Tecnologías Creativas de la Universidad del Sur de California ha permitido crear “réplicas digitales” (es decir, imágenes generadas por computadoras) de personas reales, sin que las imágenes de computación, por su complejidad, puedan distinguirse de sus contrapartes reales.

 

Tanta es la complejidad de las personas digitales que se las puede entrevistar sin saber que no son personas reales. ¿Y quién realizó este impresionante avance tecnológico? Una empresa que produce “efectos especiales” para Hollywood y para juegos de video.

 

El círculo, entonces, ya se está cerrando y nosotros quedaremos atrapados en su interior.

 

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