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Proyecto Visión 21

No hay normalidad con la espada de Damocles sobre nuestras cabezas

Una y otra vez escucho en estos días la frase “Espero que esto pase pronto para volver a la normalidad”. Aunque esa frase refleja un sentimiento bien intencionado, parece olvidar algo importante: no hay normalidad ni vuelta a la normalidad cuando la espada de Damocles cuelga de un cabello sobre nuestras cabezas.

Según cuenta la historia, en el siglo 4 antes de nuestra era, Damocles tanto aduló al rey Dionisio II de Siracusa que el rey lo invitó a cambiar de lugar por un día. Damocles aceptó y prontamente se sentó en el trono, sólo para encontrarse con una gran espada colgando encima de su cabeza y con la posibilidad de caer en cualquier momento. 

Según luego contó Cicerón, Damocles aprendió su lección e inmediatamente dejó de lado toda pretensión de ser rey, aunque solamente fuese por un día. Pero quien no aprendió su propia lección fue el propio Dionisio, quien siguió siendo tan tirano, o más, como siempre lo había sido. 

La actual crisis (mejor dicho, metacrisis) creada por la pandemia puede, metafóricamente, entenderse como una doble espada de Damocles, ya que, por un lado, luego de alcanzar todo aquello que siempre quisimos (tecnología, ciencia, capitalismo, globalización), ahora que nos vemos forzados a mirar hacia arriba descubrimos cuán frágiles y vulnerables somos. 

Y, por otro lado, como ya lo advirtió el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, las lecciones que el virus podría enseñarles a los dirigentes y políticos a nivel global probablemente no serán aprendidas, provocando así (esperamos que no) el surgimiento de la versión más deshumanizante y feroz del capitalismo que hasta ahora hemos conocido. 

Por eso dijimos más arriba que no estamos en una crisis, sino en una metacrisis, es decir, una crisis en donde confluyen simultáneamente numerosas crisis, desde lo que podría considerarse (desde cierta perspectiva) la primera pandemia auténticamente global, hasta la evidente ineptitud de aquellos a cargo de responder a la crisis, hasta el fracaso del modelo global hasta aquí implementado. 

Parece que nos gusta vivir con la espada de Damocles sobre nuestras cabezas porque, como lo hacen los niños, creemos que, si cerramos los ojos y no la vemos, esa espada ya no estará allí. Y aquellos que, como Dionisio, se acostumbraron a convivir con ella, lo siguen haciendo sin enmendar sus vidas para dedicarse a vivir vidas virtuosas, como lo pedía Cicerón.

Pero la espada de Damocles es real y no es solamente una. Como bien lo indicó el historiador israelí Yuval Harari en más de una oportunidad y mucho antes de la actual crisis, nuestra generación podría ser la última (o una de las últimas) antes de la extinción de la humanidad (probablemente a ser reemplazada por la inteligencia artificial.)

¿Debemos entonces perder toda esperanza? ¡Por supuesto que no! Pero no debemos caer en la tentación del autoengaño al creer que es posible regresar a la normalidad del pasado, porque no había nada normal en esa normalidad, como el presente así lo deja en evidencia. Es hora de cocrear un nuevo futuro. 

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