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Proyecto Visión 21

Nuestra civilización ya tiene fecha de vencimiento (no es broma ni profecía)

La civilización occidental, ahora tecnologizada y globalizada, ya tiene fecha de vencimiento: desaparecerá en las próximas décadas y será reemplazada por una meta-inteligencia artificial (Meta-IA) que controlará el planeta, mientras cada ser humano vivirá encerrado dentro de su burbuja tecnológica, afirman reconocidos expertos. Y lo que dicen tiene sentido.

Como expresamos en el título, este tema no es una broma (porque se basa en reportes de reconocidos expertos) ni una profecía (porque se basa en el futuro que ya está emergiendo en el presente, no en una proyección del presente al futuro).

Según el futurista Thomas Frey, del Instituto Davinci (cerca de Denver, Estados Unidos), cerca del año 2040 ya no existirá un “conocimiento común” (al que podríamos llamar, como se llamaba antes, “sentido común”, sino fuese porque esa frase ya está totalmente diluida y dilapidada).

En pocas décadas, dijo Frey en un reporte publicado en marzo pasado, “cada persona vivirá dentro de su propia experiencia hiper-individualizada”. Y tanta será la diferencia entre persona y persona que “prácticamente nadie podrá relacionarse con la vida de los otros”. Frey le da un nombre a esa nueva situación: divergencia de las experiencias humanas.

A la vez, el reconocido experto en nuevas tecnologías Shelly Palmer presentó en su columna del fin de semana pasado una situación similar, a la que él denomina “la Gran Desconexión”, que básicamente (es decir, súper simplificadamente) significa que los seres humanos se “desconectarán” no solamente entre ellos, sino también del planeta, y una Meta-IA se hará cargo de controlar a las inteligencias artificiales que a su vez controlan a los humanos.

Según Palmer, será un futuro de “inútiles humanos, conscientes, pero no inteligentes”, controlados por una inteligencia artificial planetaria que puede, o no, llegar a ser autoconsciente.

Sea como fuere, aquello que alguna vez sirvió de base a la civilización occidental, esa unidad filosófica o metafísica a la que Heráclito hace dos milenios y medio llamó (en griego) logos (algo así como “conexión significativa fundacional”, que puede o no ser percibida), es lo que se está perdiendo, si entendemos bien la “divergencia” de la que habla Frey y la “desconexión” de la que habla Palmer.

Y a ellos se pueden sumar varios otros, como Yuval Noah Harari, en Homo Deus (inteligencia separada de la consciencia) y Otto Scharmer, en Liderando desde el Futuro Emergente (triple brecha social, ecológica y espiritual.)

En definitiva, aquel logos griego que en algún momento llegó a ser filosófica y existencialmente tan importante que los cristianos primitivos lo recontextualizaron y ubicaron en el centro de su mensaje (“En el principio era el Logos”) está disipándose tan rápido como la desaparición de la inteligencia y de la consciencia humanas.

Sin esa base fundamental, todas las estructuras subsecuentemente construidas sobre esa base se desmoronarán, exactamente como lo estamos viendo y viviendo. Y si volver al pasado no es una opción, permanecer en el presente es imposible y llegar al futuro es aterrador, entonces, ¿qué nos queda? Quizá debamos releer a Nietzsche, que no estaba tan equivocado.

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