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Proyecto Visión 21

¿Qué debe suceder para que aceptemos que la realidad cambió y actuemos apropiadamente?

Una de las características básicas del ser humano es, o mejor dicho, era la capacidad de adaptarse a nuevos ambientes y a nuevas circunstancias. Pero, según parece, esa capacidad está desapareciendo y ya son legión aquellos que, incluso a sabiendas, prefieren perpetuar el pasado o repetir el presente antes de aventurarse a aceptar una nueva realidad. 
 

Recientemente, por ejemplo, leí una noticia que ejemplifica lo que acabamos de expresar. Según la noticia, un granjero en China debió dejar el campo en el que había vivido toda su vida y trasladarse a vivir en una ciudad, específicamente, en el quinto piso de un edificio de departamentos.
 

El granjero hizo entonces lo que todo granjero haría: se llevó sus animales con él y los colocó en un improvisado corral en el balcón de su apartamento. El descontento de sus vecinos, debido a los ruidos y al mal olor, llegó a tal nivel que se tuvieron que contratar guardias de seguridad para que el granjero dejase de traer más animales al edificio.
 

Aunque esa noticia puede parecer pintoresca y hasta cómica, las acciones del granjero representan adecuadamente (aunque sea de manera exagerada) acciones similares que cada uno de nosotros realizamos cuando cambia nuestra vida, o cuando cambia la sociedad que nos rodea, o cuando entramos en una nueva época histórica (como ahora está sucediendo).
 

De la misma manera que un bebé sano, precisamente por gozar de salud, no puede ni debe permanecer en la cuna toda su vida, y de la misma manera que un niño o niña al crecer naturalmente descarta la ropa y los juguetes de los que antes jamás se separaba, los cambios en la vida nos invitan simultáneamente a crecer (madurar) y a descartar aquello que se volvió obsoleto.
 

Pero no lo hacemos.
 

Lamentablemente, muchas personas creen (creemos) que sus experiencias pasadas representan toda la realidad posible, pero, obviamente (o debería serlo), no es así. Cada uno de nosotros experimenta cambios en la vida debido a las circunstancias, pero, a la vez, cada uno de nosotros tiene un impacto en esas circunstancias. Es decir, creamos los cambios que nos cambian.
 

Sin embargo, vivimos en una cultura tan superficial que hasta hemos perdido la consciencia de que nosotros creamos nuestra realidad. 
 

Estamos tan separados (alienados) de nosotros mismos, de los otros (“el infierno”, como diría Sartre) y del universo o la divinidad que no nos reconocemos en lo que hacemos y, por eso, nos aferramos a lo que conocemos como si esa fuese toda la realidad posible y aceptable. Entonces, aunque todo cambie, aunque ya nada sea como antes, insistimos en vivir como antes. 
 

Como el mencionado granjero en China, acarreamos todo nuestro pasado a un nuevo lugar y a una nueva época, buscando no perder lo ya perdido y re-crear lo imposible de re-crear. Y cuando eso no sucede, activamos nuestro papel de víctima, de no ser ni entendidos ni aceptados. 
 

¿Qué tiene que pasar, entonces, para que finalmente aceptemos una nueva realidad? ¿Quizá abrir nuestra mente y corazón? 

 

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