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Proyecto Visión 21

La inteligencia artificial ya comenzó a imponer su monoculturalismo digital

En estos días, gracias especialmente a los grandes modelos de lenguaje, prácticamente no se puede leer nada que no haya sido escrito o traducido por la inteligencia artificial. Por eso, sin importar el tema o idioma, los artículos y las noticias tienen la misma estructura y siguen la misma secuencia. Es el amanecer del monoculturalismo digital.

El tema no es nuevo, obviamente. Ya en 2016 Shelly Palmer (reconocido experto en tecnologías) advertía sobre el “inevitable camino hacia el monoculturalismo digital”, entendido como la desaparición, debido a la IA, del “rico tapiz de la expresión humana”. Dicho de otro modo, la IA, sean algoritmos o modelos de lenguaje, está redefiniendo las creaciones culturales humanas.

Y no sólo es cuestión de historias, noticias o traducciones. Piénsese en los navegadores en los automóviles, a los que los conductores obedecen tan ciegamente que no importa si los lleva por carreteras cerradas o por impasables caminos de barro. Y como todos obedecen al navegador para seguir la ruta más rápida, se crean los congestionamientos que se quería evitar.

O piénsese en los algoritmos de las redes sociales, que hacen que sólo podamos ver y compartir lo que el algoritmo decide, no lo que nosotros u otros quieran compartir. Además, se da preferencia a mensajes y posteos de dudosa calidad y de aún más dudosa autenticidad y beneficios.

Pero ¿de dónde realmente surge el apabullante, arrollador monoculturalismo digital? No de la tecnología, sino de nuestra decisión de delegar en la tecnología todo tipo de decisiones, desde la creación de una imagen que de otra manera jamás hubiésemos creado, hasta un examen de ingreso a la universidad y hasta un diagnóstico médico o psicológico. La lista es interminable.

La situación se complica porque, como sabemos, la IA y sus derivados reflejan los mismos prejuicios y tendencias discriminatorias que sus creadores. Eso significa que no solamente quedaremos atrapados dentro de una burbuja de monoculturalismo, sino que, además, ese monoculturalismo tan será discriminatorio y prejuicioso como la sociedad actual, o quizá más.

A la vez, existe otra posible dimensión de ese monoculturalismo digital, lo que podría llamarse la versión “en fragmentos”, en la que cada uno de nosotros queda atrapado, fragmentado, dentro de su propia cultura digital y, como consecuencia, queda aislado de todos los otros, sin importar cuántos “amigos” o “seguidores” tengamos en las redes sociales.

En definitiva, por negligencia, desidia, pereza intelectual, o incapacidad, o por lo que fuere, estamos lenta pero inexorablemente creando nuestra propia narrativa limitante global, que, como toda narrativa limitante, resulta inaparente para el narrador y por eso permanece sin ser desafiada y sin que sus nocivas consecuencias se acepten.

Es cierto que los seres humanos no somos realmente buenos al tomar decisiones, sea de manera individual o colectiva. Las guerras, la contaminación, los conflictos sociales y todo otro tipo de circunstancias así lo demuestran.

Pero la solución no debería ser delegar la toma decisiones en la inteligencia artificial, sino madurar y asumir la responsabilidad de nuestra propia vida sin perder nuestra humanidad. 

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