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Proyecto Visión 21

Sin pensamiento propio sólo queda el inevitable culto a la ignorancia

En una reciente columna en Clarín, el periodista y filósofo argentino Miguel Wiñazki afirma, acertadamente, que vivimos en la época del “culto a la ignorancia”. Y aunque tal afirmación se enfoca en el contexto de su país natal, ese culto a la ignorancia ya es un culto global que adora una ignorancia que agresivamente prefiere mantenerse ignorante en vez de pensar por sí misma.

Por su parte, en una reciente columna en Milenio, la escritora mexicana Avelina Lésper sostiene, también acertadamente, que “la tecnología nos está volviendo estúpidos”, y esa estupidez surge precisamente de que la tecnología nos mantiene ignorantes, como lo demuestra el hecho de que cada vez se enseñan menos materias de humanidades en las escuelas y universidades. 

Como dice Lésper, vivimos en una sociedad en la que se afirma que ya no necesitamos ni filósofos, ni artistas, ni poetas, sólo tecnócratas. 

Para una expresión concreta de esa situación, invitamos al lector interesado a buscar el episodio 29 de la temporada 2 (1961) de la serie televisiva The Twilight Zone (Un paso al más allá), titulado El Hombre Obsoleto, donde se muestra lo que sucede en una sociedad que ya no “necesita” libros.

Tanto se cree (erróneamente) en nuestra época que ya no necesitamos ni filósofos ni artistas que, como bien dice Wiñazki, ya no se lee a Platón, algunos de cuyos pensamientos, aunque expresados hace 2400 años, por su profundidad y lucidez podrían haber sido escritos hoy mismo. Obviamente, quienes menos leen a Platón son quienes más necesitarían leerlo. 

En ese contexto, esta frase de Wiñazki debe citarse en su totalidad: “Entre las enseñanzas de la historia, y la cerrazón a todo los aprendido, prevalecen esos muros que cierran el acceso a todas las lecciones del pasado.”

Y esta frase de Lésper no puede ni resumirse ni parafrasearse, sino sólo citarse textualmente: “Si el lenguaje se reduce a emojis y monosílabos, la inteligencia disminuye, y leyendo filosofía o literatura, crece la capacidad de entender el mundo. Estamos en el umbral de la masificada estupidez disfrazada de progreso.”
Por su parte, también recientemente, durante un discurso de aceptación del premio otorgado por la Asociación de Directivo de Comunicación de España, la filósofa española Adela Cortina aseveró que la tecnología con frecuencia nos impide hablar con inteligibilidad (lenguaje claro), veracidad (decir lo que realmente se piensa), verdad y justicia. 

“La posverdad no existe, existe la mentira. La verdad es fundamental para que haya comunicación, y si no hay comunicación no podemos construir una vida juntos”, indicó Cortina.

En definitiva, podría decirse que, según Wiñazki, desconocemos los fundamentos de nuestra propia cultura, establecidos hace dos milenios y medio. Y que, según Lésper, desconocemos en qué nos estamos transformando debido a la tecnología. Por eso, como subrayó Cortina, hemos perdido mucho de nuestra perspectiva ética y solidaria.

Obviamente, la solución no consiste solamente en leer a Platón o en rechazar toda la tecnología. Entonces, ¿qué haremos? Lamentablemente, como puntualizó Heidegger, “llegamos demasiado tarde para los dioses y demasiado temprano para Ser.” 

 

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